La creatividad al poder. Este es uno de los lemas de El Gato Negro, uno de los negocios con más solera dentro del centro histórico madrileño. Situada junto a la plaza Mayor, esta tienda fundada en 1880, constituye una cita ineludible para los amantes de las manualidades. Pettit point, cojines, ovillos, lana, complementos y agujas son solo algunos ejemplos de su amplia oferta. Y aunque el tiempo ha pasado (las colas históricas de antaño ya no dan la vuelta a la esquina, ni son necesarias dos personas para controlar el aforo desde la puerta, ni hay que anclar los mostradores al suelo para que no se movieran con los empujones de sus impacientes clientas, como antes), sigue manteniendo el mismo espíritu innovador de siempre. Tras los años más locos de la tienda de lanas al peso más antigua de Madrid, este sigue siendo un comercio centenario a las puertas de la plaza Mayor, un lugar que durante un tiempo tuvo aires incluso de club social donde las señoras se juntaban para contar puntos y muchas historias ("como quien se desahoga en la peluquería"). Son algunas de las anécdotas que recuerda con cariño Mario Corazón, tercera generación al frente de este negocio familiar que sin descuidar la calidad de sus lanas ("es nuestra seña de identidad") ha sabido reinventarse con los años "porque ya no se vende tanta lana como antes, aquellos años fueron brutales": han optimizado espacio (dividiéndolo en tienda gourmet y restaurante, los dos De Corazón), incorporando nuevos productos (kits para tejer) y colaborando incluso con 'influencers'. Parece que nadie se riende al encanto de la lana y al placer de tejerla.
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