El diseño está de moda, pero no todas las tiendas de decoración pueden hacer lo que hace Dooc: sorprendernos, encantarnos y conquistarnos con precios moderados. Qué digo moderados: realmente asequibles. Aquí no se lleva eso de ‘se mira pero no se toca’, en el sentido de que es fácil encapricharse de algo y acabar llevándotelo a casa, porque el precio para nada limita la compra en esta pequeña -pero con dos plantas- 'concept store' de diseño. Que por cierto, acaba de abrir en la zona de Atocha, un barrio que parece estar cambiando (por fin) de cara y abriéndose a nuevas tendencias. Ya le tocaba.
De hecho, esta es la segunda tienda que abre Dooc en Madrid; la primera está en Malasaña, territorio natural para su ‘fauna’ de diseño. Y digo ‘fauna’ porque si algo abunda en Dooc son las piezas de animales en general, desde cabezas de origami de los holandeses Assembli -piezas de cartulina de colores pastel, convertidas en trofeos de caza ecológicos para colgar de la pared-, a cerditos de cerámica de lo más realistas, cebras que son jarrones o sus ya célebres monos, ratones y elefantes lámpara de Marcantonio, de la firma italiana Seletti, piezas icónicas de precio algo más elevado que el resto -por aquello de que siempre tiene que haber alguna excepción que confirme la regla-.
Y es que al diseñador Augusto Munhoz y el arquitecto Joaquín Cachón, sus propietarios, les gustan los animales, pero con personalidad. Como todo lo que hay en este zoo de diseño multimarca: piezas que no te dejan indiferente, que te arrancan una sonrisa y que te generan sorpresa. Por eso es fácil encontrar aquí cosas que no hayas visto en otras tiendas de la ciudad: desde piezas de bisutería realizadas de manera artesanal en París a los pósters personalizados y flexibles -para montarlos en plan DIY- de la marca IXXI, series limitadas de los collages surrealistas de la ilustradora Lara Lars, vajillas de cerámica esmaltada e ilustrada,
Eso sí, si por algo brilla Dooc es por sus lámparas, sus neones y sus piezas de iluminación. Tanto es así que incluso tienen una línea propia, de diseños sencillos que encajan en diferentes ambientes y con acabados que se adaptan a la personalización de cada cliente. La idea es que cada pieza pueda estar hoy aquí y mañana aquí, sin rigideces ni ‘para toda la vida’; como los muebles. Porque si algo quieren evitar a toda costa, es el aburrimiento. Y parece que van por el buen camino, porque por fin Atocha vuelve a brillar con luz propia.