Esta tienda de La Latina tiene algo de “evocación de esos objetos que nos han acompañado siempre y que hace mucho que no les prestamos atención”. Lo dice Pepa, la ideóloga de este comercio –y vecina del barrio de toda la vida– que parece salido de los años 40 madrileños.
“Recopilo piezas atemporales y cotidianas trabajadas por manos artesanas, poniendo en valor oficios tradicionales que se están perdiendo y que dicen mucho de quiénes somos”. Y de quiénes fuimos. Cuando utilizábamos matamoscas de cuero, mantas de lana pura, abarcas con suela de caucho o pucheros esmaltados en color teja.
Aquí, en esta tienda de decoración que ahora ocupa el mismo espacio en el que antes hubo un taller artesano de tapicería (los clavos de la pared son testigo de aquellos años), solo se venden piezas originales, como las fiambreras de San Ignacio rescatadas de un almacén ya en desuso. Conviven con artículos hechos de madera, mimbre, algodón, barro, cera... materiales que marcaron toda una época.
Además de piezas recuperadas y hechas siguiendo los cánones de los oficios artesanos (botijos) hay sitio para otros diseñadores que se atreven a reinterpretar esas tradiciones y acercarlas hasta el siglo XXI, como las piezas conceptuales de esparto de Balikypopoy o las alpargatas con plataforma de Couple & Pie, porque los complementos también tienen un lugar destacado en esta tienda de La Latina, para pisar marcando tendencia sin renunciar a lo de siempre.