“Los premios son un reflejo de que hacemos todo lo posible por seguir mejorando, y eso no solo implica haber probado con harinas del sur de Francia, italianas o de Guadalajara. Pero hacer barrio y que mucha gente apueste por tu producto es mucho más satisfactorio”, reconoce Alberto, formado en el extranjero, fundamentalmente en el San Francisco Baking Institute. Es tal la respuesta de los clientes (incluidos Fismuler, Charrúa o El Señor Martín) que el obrador de Chamberí se les está quedando corto. Prueba su pan RAF o un maritozzo y también volverás. “Hay muchas formas de hacer pan. Hay que ser humilde y flexible, aprender a diario. Nuestro nivel de autoexigencia nos lleva a poner en duda mucho de lo que hacemos”. Ojo, porque, tirando de sus raíces italianas, parece que se van a animar con el panettone.
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