Un buen ramillete de comercios centenarios todavía resisten en Madrid, y este es uno de ellos. Lleva en la calle Toledo desde 1897, cuando el bisabuelo de Alejandro, el actual propietario, decidió abrir una zapatería. A finales del siglo XIX solo había zapatos de época (de cuero y formales) y no fue hasta los años 70 del siglo XX cuando el abuelo de Alejandro comenzó a introducir el calzado por el que hoy realmente se conoce a esta tienda incluso en el extranjero: las alpargatas.
Lo que venden es de fabricación nacional (Levante y Rioja, principalmente) y, en la medida de lo posible, realizadas al estilo tradicional. Lo único que las diferencia de las de antaño es el material: antes todo era esparto, ahora es yute (más resistente, incluso al agua) y la suela, que está ligeramente engomada. "Siempre hemos trabajado la alpargata tradicional, la clásica, unisex, y algunos modelos llevan con nosotros más de 20 años". En su catálogo cuentan con más de 30 colores de las tallas 16 a la 48, de ahí que sean uno de los referentes madrileños en alpargatería.
Pero desde hace unos años, han empezado a introducir otros modelos: cuña, piel, piel con cintas, con la intención de "aportar un valor añadido a la tienda y atraer a un público más exigente". Quienes busquen las menorquinas clásicas o ibicencas también tienen; igual que los clásicos zaptos de baile flamenco, un producto que los extranjeros le quitan de las manos.