Aramayo no es solo una tienda de ropa vintage y de segunda mano. Es un baúl de los recuerdos, o una puerta del tiempo, según se mire, porque más que prendas lo que tienen sus percheros son muchas historias que contar. Y no es una tienda, sino dos: Herradores, 8 y Corredera Alta de San Pablo, 2.
Tras el umbral de sus puertas viajamos hasta Polonia de principios del siglo pasado, a aquella época en la que unas gorras de pescador (procedentes de Grecia) se popularizaron hasta convertirse en parte del uniforme militar. La sorpresa está solo un par de perchas al lado, donde se esconden unos vestidos tradicionales bordados que nos llevan directos hasta la Europa del Este de posguerra, a la Serbia de los años 50 -miembro de Yugoslavia, por aquel entonces-.
Y muchas cosas más: jerseys de angora de los años 60 traídos de Japón, ropa militar de la República Checa, abrigos psicodélicos de los años 70 de Finlandia, camisas de seda cosidas a mano, antiguas ediciones que ya no se fabrican de polos Fred Perry, kimonos japoneses... Entre las rarezas, alguna que otra beisbolera de EE.UU., de los años 40 y 50, como las chaquetas Sukajan, que se confeccionaban con la seda de los paracaídas de los soldados destinados en Japón durante la Segunda Guerra Mundial. Los militares pedían que se las bordaran con filigranas japos para traérselas de recuerdo.
¿Cómo es posible que prendas como estas lleguen a Madrid? En muchas ocasiones es fruto de la casualidad, porque hay que buscar y rebuscar hasta dar con joyitas como estas. Algo que a Silvia, la propietaria de Aramayo, le encanta.