No miento si digo que la concesión del Premio Nobel de Literatura a Jon Fosse el año pasado supuso el descubrimiento para muchos de este escritor noruego profundamente unido al teatro. Hasta entonces, casi nadie había oído hablar aquí de sus obras, sobre todo porque no estaban traducidas al español. Pero estamos ante un gran dramaturgo, que huye de las convenciones y presenta una escritura cortante como un témpano de hielo, pero que, como todo iceberg, oculta debajo toda la complejidad emocional y filosófica del ser humano. Y esta característica se encuentra a primera vista en esta obra que acoge la sala pequeña del Español casi como traída desde la cabeza del autor al escenario en una caja blanca que emula un apartamento aséptico en una planta 14, etéreo, onírico, magnético.
Heredero del tormentoso teatro nórdico que lo cambió todo a caballo entre los siglos XIX y XX, con el aroma a Strindberg supurando en una elegante destilación, este Viento fuerte es un poema dramático que se hace presente más en la palabra que en la acción, más en el envoltorio que en el caramelo, que va dando vueltas en la boca dejando sabores agridulces, sin concesiones a la futilidad. Quizás ahí radica el pero de esta función, en que siendo corta y directa, parece confiar poco desde su concepción en la propuesta verbal del autor y se adorna con un aparataje visual, sonoro y plástico que, siendo interesante y estimulante en un principio, llega a molestar puntualmente y hasta a cansar en el caso del espacio sonoro y el juego de apariciones y desapariciones tras los paneles móviles. Se echa de menos un mayor juego con el viento, elemento fundamental en lo simbólico y en lo real de esta historia.
¿Pero hay historia? Bueno, hay una línea argumental muy básica que se engarza con lo simbólico por el hecho de ser, por definición, ya lo decíamos, un poema dramático. Hay un hombre que vuelve tras un largo viaje a la que cree su casa, pero que no parece ser la que era, hasta que comprueba que su mujer se ha mudado a otra casa y que ahora vive con otro hombre más joven. El hombre, interpretado con temple, trabajado a conciencia por Felipe Vélez, vive el vértigo frente a un mundo que se ha dado la vuelta, intentando comprender a medida que mastica la palabra que emerge de su pensamiento confuso. La mujer y el joven, Zaida Alonso y Alberto Amarilla, son su contrapunto en la contundencia de ella, mujer segura de lo que está haciendo, dolida pero decidida al cambio de rumbo, y en la extrañeza de él, un pequeño íncubo que juega a dos bandas. Los tres están en la clave interpretativa no convencional de la propia obra, pero pasa como tantas veces que cada elemento por separado es muy sugerente y el conjunto un tanto decepcionante, pese a que cabe celebrar que el director, José María Esbec, proponga una idea de montaje clara, una apuesta personal que se lleva a cabo con rigor y coherencia.
Autor: Jon Fosse. Director: José María Esbec. Intérpretes: Felipe García Vélez, Zaida Alonso y Alberto Amarilla.