Dicen que Camille Saint-Saëns compuso El carnaval de los animales casi como una broma para pasar entre amigos un día de carnaval. Jugó a mezclar la idiosincrasia sonora de animales como el león, la gallina, el canguro, el burro o el elefante con su música y la de otros compositores del momento, porque aquello era para ser interpretado en fiestas privadas. Una especie de travesura genial que le terminó dando a su autor una gran popularidad. Ese aire juguetón está también en esta obra escrita y dirigida por Enrique Lanz, que se encarga además de la escenografía y los títeres (impresionantes títeres que harán las delicias de peques y mayores). Lanz quiere que le acompañemos imaginando el sueño de un fauno, que sueña con animales de todas partes y de toda condición: de África o de Australia, voladores y reptantes, prehistóricos y habituales de nuestras granjas hoy. Y en mitad de su sueño, la música, la orquesta, un concierto invadido de humor y poesía, y de animales. Once músicos haciendo el animal y fantasías sorprendentes sin más lógica que la de los sueños.
Existe una fuerte identificación entre la Navidad y la infancia, por lo que sea. Es tiempo de descanso, de vacaciones, de reuniones familiares, de viajes, de celebraciones, de regalos y de mantener viva la magia con los más pequeños de la casa, en unas fechas envueltas en las historias de los personajes que, al final de un año y al principio de otro, nos obsequian con todo aquello o con parte de lo que deseamos y nos impulsan a alimentar nuevas ilusiones. También la Navidad es un tiempo de ocio, desde las primeras pistas de hielo a la Cabalgata de Reyes Magos, y consumo, mucho consumo, y puestos a consumir, consumamos cultura. Los teatros se llenan de propuestas variadas donde encontramos historias protagonizadas por chicos y grandes, con mucha música, algo de cine, un poco de circo, bailes y canciones, títeres, cuentos clásicos, personajes históricos irrepetibles y sobre todo diversión. Estar con tus hijos e hijas, nietas o sobrinos en un patio de butacas y ver cómo les brillan los ojos de asombro e ilusión, es impagable.
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