©Jero Morales
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Reseña

La comedia de los errores

4 de 5 estrellas
Festival de risas con esta loquísima adaptación del clásico de Shakespeare, que vuelve a Madrid con Pepón Nieto al frente del reparto
  • Teatro
  • Crítica de Time Out
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Time Out dice

¡Qué desparrame! Le oí comentar a una señora que estaba en la fila de atrás. No hay mejor definición. Hay, si acaso, sinónimos: un desparrame, un desfase, un desbarre, un disparate, un delirio. Yo le doy cuatro estrellas a este montaje porque me parece que los seis actores despliegan todas sus potencialidades cómicas en un ejercicio extremo volcado en la risa y el cachondeo, porque hay mucho cachondeo, y mucha complicidad con un público que entra al trapo desde el minuto uno. Pero es cierto que la concepción del montaje me parece a veces la de una función escolar pasada de cocaína, un aterriza como puedas que aprovecha cualquier resquicio o límite para convertirlo en motivo de carcajada. Es la clásica comedia de enredo llevada al paroxismo.

Clásica comedia de enredo. Para ser exactos, una comedia de un joven Shakespeare que se ve que quería poner en juego toda su pericia para hacerse un hueco en aquel turbulento mundo del teatro isabelino del siglo XVI, que debía ser como la jungla del audiovisual de hoy, donde todos quieren triunfar en Netflix o en HBO con la serie que lo pete durante un par de meses. Al despliegue original se le une la versión actualizada que propone este montaje, llena de chascarrillos y atajos para evitarse las turras que hace cuatrocientos años no parecían resultar tan pesadas como hoy. Así pues, lo de menos es la historia, la de dos hermanos gemelos y sus criados gemelos, separados al nacer, y lo demás todos los equívocos y absurdos que se generan cuando durante un tiempo coinciden en Éfeso sin tener noticia los unos de los otros, siendo como son iguales y llamándose, misteriosamente, de igual manera. Un follón que te cagas, abono para la hilaridad.

Y como digo, me parece que lo mejor de todo esto son los actores, que más que hacerlo bien, que lo hacen, aprovechan la oportunidad para desplegar todas sus dotes, que el director ha ido incorporando en la ensalada. Rulo Pardo es casi un dibujo animado, Avelino Piedad todo un descubrimiento, capaz de tocar el piano en directo, bailar y lidiar con imposibles cambios de vestuario. Esto último, es para todos tan loco -deben hacer casi 30 personajes entre los seis- que termina saliendo el regidor y hasta algún que otro espectador para completar el cuadro, para regocijo del resto del público. Santiago Molero (que en otro tiempo fue junto a Rulo Pardo y Fele Martínez parte de la compañía Sexpeare, memorables noches en el Teatro Alfil) es tan desternillante como Esteban Garrido, músico antes que actor, muy bien aprovechado. Y los dos gemelos que motivan todo el lío son interpretados con menos cachondeo y más solidez actoral por Pepón Nieto y Fernando Soto. Pero en definitiva, una fiesta, un jolgorio que ya lo petó en su estreno en el Teatro de Mérida el año pasado y en su primer paso por Madrid hace unos meses, y que podría seguir en cartel lo que quisieran, porque público no le iba a faltar.

Autor: William Shakespeare. Versión: Albert Boronat. Dirección: Andrés Lima Intérpretes: Pepón Nieto, Fernando Soto, Rulo Pardo, Santiago Molero, Avelino Piedad y Esteban Garrido.

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