Mario define sus barberías como 'old school' renovadas. “Actualizamos constantemente nuestra técnica, adaptando las tendencias a la barbería más clásica”. La suya viene con peine y tijera (se nota que es hijo de barbero). Muy del gusto de su clientela, con una edad media de entre 30 y 40 años –mayor que la del resto de nuevas barberías–, y con mucha barba.
“Cuando llegué a Madrid había un nicho de barbudos sin arreglar porque no encontraban el sitio adecuado”, refiriéndose al colectivo de osos. Por eso creó un espacio concreto para hombres, con un ambiente acogedor donde dice que no corta el pelo a menores de 14 años “para no romper esa magia”. Quien vaya, que lo haga en busca de un buen trabajo, más que de una moda o un corte de temporada.