Esta popularísima empanadería china (no hay más que ver las colas que se forman en su local de Arganzuela) tiene otro local en La Latina y es bastante más amplio que su hermano mayor (aunque eso no era difícil porque apenas suma tres mesas). Y todo, claro, os lo podéis seguir llevando a casa; incluso sirven sus famosas empanadillas congeladas para guardarlas o terminarlas a la plancha o al vapor vosotros mismos.
Este espacio, sin duda, va un paso más allá. No solo en capacidad de comensales sino en las opciones que ofrecen desde cocina. Sería algo así como su humilde i+d. Aquí encontraréis platos, tanto vegetarianos como cárnicos, que completan esa querida carta donde mandan sus empanadillas (verdura, cerdo, ternera o gambas), las sopas, los tallarines o ese monumental crepe. Poneos cómodos y vigilad las raciones, que son generosas y es fácil venirse arriba. Una sopa wantun sirve de plato único para una persona. Abriga, satisface y te llena.
Aquí además podéis asomaros a la cocina vista y ver cómo preparan una a una las empanadillas. La pasta es casera, todo resulta fresco y todo ese esmero diario se nota. La gente viene por los precios supereconómicos pero también por el sabor de lo auténtico. Nunca defrauda.