Tras consolidar su propuesta de arraigo a la tierra que le vio nacer, Dani García trae la cocina andaluza de Tragabuches desde Marbella al corazón del barrio de Salamanca. Y la despliega en un local de fabulosas dimensiones (tres plantas y tres zonas: barra, salón y reservados) y en un formato non-stop que arranca desde primera hora de la mañana y se extiende durante toda la semana. Su horario es tan versátil como su carta. Puedes venir a desayunar (desde sus pitufos y molletes a especialidades como el sándwich mixto con mantequilla francesa) o acabar cerrando la jornada con una cena de negocios en uno de sus cuatro reservados (con baño propio).
La oferta, sincera y reconocible, de este nuevo Tragabuches (el primigenio surgió en Ronda en el verano de 1998, el primer restaurante que defendía el kilómetro cero en Andalucía) se suma a la abultada cartera grupo que el popularísimo chef tiene ya en la capital. Muchos ya los conocéis: BiBo, El Coleccionista, Lobito de Mar (Barrio de Salamanca y La Finca), Dani Brasserie en el Hotel Four Seasons Madrid, Leña y Smoked Room (dos estrellas Michelin). Una puesta de largo que huele a éxito entre la parroquina capitalina y donde ha reunido platos célebres (están el gazpacho de cerezas y su versión del ajoblanco y, entre la sección caliente, el rabo de toro guisado y desmigado envuelto en ravioli) con nuevas creaciones.
Una carta donde todo resulta seductor. Una propues que incluye hasta dos grandes piezas de asado: el chivo lechal malagueño y el cochinillo (por encargo los fines de semana). Pero para llegar hasta ahí antes igual habéis pasado por una nutrida selección de entrantes (de chacinas con el sello Cinco Jotas a la pringá de puchero convertida en croqueta, una omnipresente ensaladilla o un salpicón de mariscos), el estupendo cartel de verduras del Sur (mucha atención al tomate) y esos pescados que conoce bien (del pargo de Conil o la lubina de estero de Barbate al ya mundialmente reconocido atún de almadraba).
Para redondear la experiencia una bodega de altura donde podéis encontrar un selecto escaparate de etiquetas de Champagne y Borgoña entre las cerca de 600 referencias que descansan en sus cavas. También, claro, mucho mucho vino de Jerez y una veintena de opciones por copa. Puedes ir en modo tranquilo o a darte un señor homenaje.