En LA tendencia –sí, la de los restaurantes de cocina fusión- caben incontables mixturas culinarias, muchos restaurantes, pero como cantaban The Smiths, “some girls are bigger than others”. Lo dicen ellos mismos. “Same, same but different”. Jaime Renedo (Asiana) -no es un advenedizo sino todo lo contrario- y su socio Francois Polawsky, los nombres detrás del nombre, dejan implícito en el enunciado a su predecesor, el exitoso y céntrico Pink Monkey, pero a nosotros nos vale para destacar/rescatar este local entre los innumerables negocios que han abrazado la combinación de técnicas y elaboraciones asiáticas, producto nacional y guiños sudamericanos. A esta omnipresente ecuación le suman una nota fashionista, chic; por interiorismo –que firma Juanjo Taboada- y clientela, más palpable en horario nocturno. Un sitio más para llevarte a tus amig@s que para sorprender a tu pareja, un esquinazo que enseña un perfil más desenfadado que íntimo, pero siempre disfrutable.
Abrieron en el verano del año y no lo traemos ahora aquí porque nos guste que los sitios estén bien bien rodados sino porque llega de nuevo el buen tiempo y su terraza promete ambientazo. Y aquí uno viene a pasar un buen rato. Sus responsables han puesto todas las cartas sobre la mesa para que así sea. Bueno, no todas, lástima que no quedará sopa laksa (en una carta breve) el día que fuimos. Se les disculpa. No es habitual que nieve a mediados de marzo en Madrid y muchos seguramente buscaron cobijo en un caldo que alegra y calienta. Para la próxima.
Bueno, que empiezan a repartir las cartas a partir un servicio ágil y atento hasta que la baraja termina en una comida con más virtudes que la media (por ejemplo, no dudéis en pedir el bao de atún que ofrecen fuera de carta o el ceviche, por fin, no es de corvina sino de salmón de Alaska y aire thai). Y te lo ponen fácil. Mucha versatilidad a la hora de gestionar tu apetito: carta, menú ejecutivo, menú grupos, menú degustación... A esto suma unas presentaciones coloristas, una convincente carta de vinos (media docena de DO nacionales, algún champagne y tinto francés) y unos cócteles más que sugerentes (varios de creación propia).
Ves a camareros con pinganillo y piensas que cuando suba el ritmo de las comandas serán pollos sin cabeza comedor arriba comedor abajo. Pero con una sala a tres cuartos de su ocupación todo eran sonrisas en las mesas y buenos tiempos entre plato y plato. Ni un pero ahí. Y sí, hay baos y ceviches y dim sum y curry verde. Vamos, lo que triunfa estos días. Pero muchos platos hacen valer su carácter, presentan algo que les saca del anonimato. Y, sin duda, querrás repetir ese bao de pork belly, no dejarás ni rastro de su chupe peruano de cangrejo (sabor profundo), apreciarás esos mejillones nan jim como la demostración de un buen equilibrio de sabores e intensidades y… a ver quién se atreve a saltarse el mochi casero de postre.