Una tarde-noche cualquiera en Chueca. Hay prisa por llenar el estómago, o hay que hacer tiempo, parece que hay sitio en la barra… Entremos. Y sorpresa, la casualidad dice que todo está rico (y barato); que no se nos olvide la próxima vez. Porque vale para todo tipo de momentos estando siempre abierto en la calle Libertad. Incluso en el desayuno. Así que una puccia –el pan italiano plano de textura suave procedente de la región de Puglia que aquí se rellena en formato sándwich– y un refresco de aguja de pino, o cualquiera de los naturales que ofrecen, te pueden salvar la papeleta. Tienen también alguna pizza pero las puccias de pollo al pesto, roast beef, poblana o pastor son las que más salen.
Por Miguel Ángel Palomo