Pizza, fritti e birra. Con semejante eslogan los Fratelli Figurato anunciaron la apertura de un nuevo local en primavera. Vittorio y Riccardo, los hermanos que han puesto cara y apellido al boom pizzero en la ciudad, querían un poco más de autenticidad napolitana. La solución es un tipo de fritura callejera propia de su lugar de origen.
El Fratelli Figurato más grande se ubica en el barrio de Vallehermoso. Amplia y sencilla, esta freiduría a la italiana no despacha para la calle sino que es comedor con un montón de mesas a lo largo de todo el ventanal de la Avenida de Filipinas. Se arma con elementos fabriles que no esconden la identidad de la casa, y la decoración no pasa de unas cuantas latas de tomates pelados Mutti. Aprovecha una larga barra de madera y peto de mármol con azulejos blancos para poder sentarse en taburete frente a los grifos de cerveza si así se desea. A la vista el horno, no así la cocina cerrada a salvo de olores molestos. Poco a poco se va llenando de amigos, de parejas jóvenes y no tanto, de niños y de carritos porque sitio hay de sobra. Nadie entra esperando un bol de kale y quinoa, a Pizzería Friggitoria se viene preparado para una buena ración de street food a tope de carbohidrato.
Si los hermanos Figurato ya habían demostrado su destreza con la pizza napolitana y la pasta fatta a mano, les quedaba traerse del empedrado de Nápoles algunas de sus especialidades favoritas. La primera parte de la carta se centra en fritos, ese antipasto previo a las pizzas. Destacan Supplí al teléfono, una bola de arroz rellena de tomate, carne y mozzarella; la Frittatina di pasta classica, una especie de pequeño medallón empanado o timbal de pasta bucatini con bechamel, carne picada y guisantes; y la Crocché di patate, una croqueta de patatas con provola ahumada (queso fresco de pasta), perejil y pimienta negra.
Las pizzas fritas las ofrecen en exclusiva. Montara in 2 cotture es una pizza frita terminada en horno en la que se nota el dulzor de los tomates sicilianos y cherry. A pesar de todo, con un crujiente casi de churro, te haces con ella. Il Pallone di Maradona (el balón de Maradona), la segunda opción, se rellena a modo de calzone con ricota, provola ahumada y cicoli napolitano (parecido a los chicharrones). Pallone representa el plato visual del restaurante: asusta su tamaño pero la bola se desinfla nada más pincharla con la tijera para templarla sin dejar que se enfríe.
El siguiente bloque está dedicado a las pizzas de horno, algo que ya conocíamos desde que en 2020 Fratelli Figurato fueran elegidos los mejores pizzeros de España y en el top ten de Europa. Las suyas son rodajas de base fina con borde grueso y esponjoso ajustadas a largas fermentaciones y cocción rápida. No faltan algunas de sus imprescindibles. Como Andavo a 10 all’ora, pizza que se parece a la que hacía su abuela con ingredientes slow food (como la oliva Salella ammaccata del Cilento) que fueron descubriendo en un viaje en Vespa por el sur de Italia. También cabe pedir la Amatrice al Sole, otra clásica pero renovada con guanciale, pecorino y salsa de tomates San Marzano. Tampoco defrauda la 5 Formaggi del Sud, suave crema para una 5 quesos de temporada (mozzarella, queso azul del Parco del Matese, ricota fresca, giuncata calabrese y ricota silana ahumada), más mermelada de pimientos rojos y guindilla.
Tras semejante sucesión de fritos y pizzas, no siempre es fácil encontrar hueco para más. Los postres tampoco son especialmente dietéticos, sin que tampoco haya que confesarse por ello. Puestos el embate, las bombas napoletanas son ciertamente bombásticas, lo mismo la de nutella que la de crema. Menos mal que entretanto la cerveza hace flexible el trago. Las piamontesas de Birra Baladin, afín a la filosofía de lentitud, cumplen su función hidratante. Probamos el grifo de 4.8, muy fresca desde el mismo aroma ligero del lúpulo. Rock’N Roll es una american pale ale de botella, más densa, turbia e interesante por sus notas especiadas. El resto de la bebida se ciñe al Aperol Spritz, a un tinto de verano como concesión nacional, al vasito de limoncello y al culto al amargo tradicional de algún amaretto (licor de almendras), amaro (de hierbas) y nocino (de nueces).
Quedáis en manos del amable personal de Pizzería Friggitoria (no necesitan impostar el italiano), con el despierto encargado Giuseppe –Peppe, siciliano–, al frente. Las jóvenes estrellas trasalpinas Irama o Elodie ponen la nota musical de un lugar que, si bien no palpita como Nápoles, busca cierta verdad.