Hay un altar para Maradona y otro para las brasas en este espacio de aire industrial pero íntimo, oscuro y cómodo, iluminado lo justo y necesario. Vamos, que a nadie se le escapa que estamos ante un restaurante de parrilla argentina. Uno de los mejores de la ciudad. Dicho sin pestañear. No solo cuentan con una carne de excelente calidad, la que les proporciona el sello Pampeana (aunque luego terminan de madurar algunas piezas en la casa), sino que hacen ellos mismos distintas versiones de chorizos, los panes y además las guarniciones están de escándalo (de la humita en chala a la batata al rescoldo).
Javier Brichetto está al frente de este templo para carnívoros en una zona que no te esperas. Y, sin embargo, aún situado lejos del centro gastro de la ciudad, se ha convertido en un referente cuando quieres comerte un ojo de bife o un costillar con las mejores garantías. Pero, eh, también manejan un buen puñado de opciones vegetarianas que pasan por la parrilla o se ahuman para darles una nueva vida.
Terraza para los meses de buen clima, una mesa comunal de madera frente a la gran parrilla vista y un servicio de restaurante de nivel completan esa experiencia feliz que has arrancado hincándole el diente a sus croquetas de asado o su empanadita criolla, dos bocados que ya lanzan las buenas expectativas con las que has llegado.