Este restaurante sí que es único: la primera jaima de la capital, rodeada de vegetación, cascadas de agua y una terraza en la que se respira (además del humo de las sishas) un ambiente nómada muy chulo. Bajo el interiorismo de una auténtica jaima de lujo a la que no le falta detalle (luces y sombras, tonos terracota y maravillosos apliques), se puede degustar una cocina de raíces árabes con cruces mediterráneos y mucha inspiración andalusí: desde baba ganoush, humus y falafel, a sabrosas carnes (shish o pinchitos de cordero o ternera halal especiados al carbón; phaki, que es pollo relleno de espinacas con huevo cocido y especias; o castaletas, chuletitas de cordero marinadas a la parrilla), además de pizzas nada convencionales. A ello hay que sumar las performances que se van sucediendo en directo a lo largo de la tarde y noche (no abre en horario de mediodía) y una delicada carta de coctelería inspirada en la exótica ruta de las especias. Pero antes de entrar, un ritual para purificar el alma (y de paso recolocar los chakras) con el que uno se sienta a la mesa no solo con las manos muy limpias, sino lleno de espiritualidad y buena energía. Así es este Nômâda, uno de lso espacios que forman parte de las nuevas Galerías Serrano (junto a Bar Carallo y Astro) proyecto con el que el empresario hostelero Kike Sierra quiere revitalizar este edificio, uno de los pocos ejemplos de arquitectura brutalista que quedan en Madrid.
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