Una casa de comidas de las de toda la vida en Chamberí, con ambiente de barrio y respeto hacia el buen producto, ese que le ha valido el aplauso de generaciones de fieles desde que abriera en 1959. Después de casi dos décadas como camarero, Florencio Hidalgo y su mujer se hicieron con las riendas de Nájera en los 80 y lo convirtieron en el restaurante de referencia que es hoy. Un éxito que le ha valido una segunda sucursal en el barrio de Salamanca (Claudio Coello, 116).
Ya con el relevo familiar al frente, la esencia de este espacio gastronómico sigue intacta, aunque ahora bebe, como es lógico, de las nuevas corrientes. De esta manera, se mantienen, como ayer, su ensaladilla rusa, sus boquerones en vinagre o sus deliciosas mollejas de cordero. Chacinas bien seleccionadas, verduras del día o un tomate aliñado, de verdad, de los que saben a tomate y no necesitan adorno para brillar.
Por supuesto, fresquísimos pescados y mariscos, finas frituras y guiso del día, que revela su buen hacer con los fuegos. Pregunta por él porque siempre es una opción recomendable.
Cocina sencilla, buen producto y amable servicio es el tridente que hay tras el secreto de Nájera y de esa buena salud de la que puede presumir a pesar de los años. Fiable, como siempre, sigue siendo una estupenda barra y una gran sala en la que se da cita un ecléctico público. Podrás encontrarte desde un grupo de jóvenes caña en mano dando buena cuenta de unos callos a la madrileña a parroquianos del barrio con un tinto y unas gambas.