Se come bien en Mula. El sustituto del en su momento prometedor Sagrario Tradición trae a esta complicada ubicación, a un paso de todo pero aislada en una tranquila plaza en el barrio de Hispanoamérica, una cocina sencilla, honesta y sabrosa que es el sueño de Antonio Calvo, propietario y aficionado a los fogones desde la infancia. "He querido plasmar en una carta platos que, de alguna forma, me han marcado a lo largo de los años", nos cuenta. Ejemplifica con la ensaladilla con papadum (pan indio) que le recuerda a la época de novios con su esposa por primera vez visitando Salamanca, cuando tomaban las tradicionales palomas de aperitivo.
Si hay un fuerte en Mula, no obstante, son los arroces. No hay una selección como tal pero sí uno al mes. El chef Pablo Velilla, que llegó a estar al frente del magnífico La Bomba Bistrot, es garantía de calidad. Un mes puede ser a banda, otro mes puede ser negro, otro mes de verduras, que fue el que probamos, y aunque pecaba de estar algo soso no se puede negar que el punto y el fondo eran sobresalientes.
Calvo, ex consultor convertido a hostelero, recomienda encarecidamente el steak tartar con emulsión de piparras y, la verdad, es magnífico. Curiosa y muy crujiente la croqueta de jamón por la potencia de la pimienta en una receta atrevida que funciona y rico el puerro asado a baja temperatura con romescu, terminado a la brasa, aunque no le vayan demasiado los brotes de remolacha del copete.
A lo largo del menú se ven caprichos que responden a esos antojos de Antonio, a opciones que siempre apetecen. Un bikini a la parrilla con lacón y queso havarti, una milanesa que se puede coronar con un huevo, una hamburguesa de carne de La Finca con queso y bacon crujiente... Nosotros rematamos la faena con su cuarto de cochinillo asado pero terminado con un extra de crujiente, como si fuera un cochifrito. Esta receta, que nos explica es fruto de un error culinario la Navidad pasada, aprueba con nota por su sabor, melosidad interior y toque "crunchy".
La carta de vinos acompaña con etiquetas conocidas para todos los públicos, sin riesgos. La terraza invita a descorchar más de una reservando el interior, coqueto y acogedor, tan sencillo y sin ínfulas como toda la oferta, para días en los que resguardarse.