No es céntrico, no es nuevo, pero bien merece la pena cruzarse el Puente de Toledo para hacer una visita a Melgar. Este restaurante es un clásico de Marqués de Vadillo, con una fama bien tejida desde 1973 y sustentada en el buen producto de mar con el que trabaja. Pescados y mariscos que protagonizan tanto la carta de restaurante como la propuesta de barra, amplia, rica y muy bien de precio.
Podrás disfrutar de unas cañas o unos vinos en compañía de una ración de adobo, de unas almejas a la marinera o unos langostinos de Sanlúcar al peso, cocidos o a la plancha. Además, muchas de los platos se ofrecen también por medias, lo que se agradece enormemente si es la hora del aperitivo o se comparte la barra entre dos, porque permite probar varios platillos.
Ya en el salón, la carta sube de nivel, sumando recetas de cocina como lubina a la sal o cogote de merluza a la bilbaína. Mariscada fría y caliente, parrillada de pescados, fabes con almejas y arroces, como el caldoso de carabineros o el negro con chipironcitos de la costa. Si no eres de mar, no hay problema, pues Melgar ha reservado también un espacio a las buenas carnes, como un castizo rabo de toro al vino tinto.
Es un restaurante y es una barra con ADN de barrio y eso se percibe en el ambiente, donde el vaivén de vecinos avala lo bien que se trabaja en esta casa. También lo hacen las piezas de pescado que desfilan rumbo a la cocina o la destreza del camarero abriendo ostras.