“Creo que he visto una luz”– cantaba Drexler en aquella pieza compuesta para la película por la que ganaría un Oscar a la Mejor Canción Original en 2005 – “al otro lado del río”. En este caso la luz se encuentra en la orilla oeste del Manzanares y tiene nombre de mujer: María del Río. Ubicado en Puerta del Ángel, a escasos pasos del mercado de Tirso de Molina, el establecimiento se define como “bar-mesa”, un concepto que encaja a la perfección con su espacio, su oferta y el tipo de servicio que practica.
Con un color corporativo similar al azul Klein, su toldo resulta fácilmente reconocible y aporta el toque diferencial en su interior, en las sillas que rodean una gran mesa central en la que los comensales comparten espacio, aunque con espacio entre ellos. Una barra y varias mesas bajas y altas completan la sala, en la que, por lo demás, predomina el color gris y el hormigón semipulido. Y luz natural, raudales de luz natural que entran por su fachada a la calle, toda ella una cristalera.
En el mostrador junto a la barra, una selección de embutidos y quesos, la mayor parte de ellos italianos (como el propietario del local), se ofrecen en tablas con combinaciones variadas. Entre los platos disponibles en carta, tienen un protagonismo especial las verduras, elaboradas empleando distintas técnicas: zanahorias (glaseadas, con su propia crema, curry y yogur), puerros (confitados, con trufa y comté) o coliflor (asada, con crema de patatas y sobrasada y salsa al vino marsala, para enmarcar) son un acierto.
Al más puro estilo italiano, la focaccia se acompaña de mortadela, rúcula y fondue de parmesano y aparecen otros platos, como la burrata ahumada con guisantes braseados y tomate semiseco, los pappardelle con ragú blanco o los paccheri con gambas, lima y cebollino, de reconocible influencia del país transalpino. Otra serie de bocados reúne ingredientes, técnicas y sabores que viajan más allá de estas fronteras: es el caso de la panceta a baja temperatura o las setas de temporada con pak choi. Remarcable, entre ellos, la ternera a baja temperatura con salsa poivre verte, tomates confitados y almendras tostadas.
¿Y de beber? Su carta de vinos, que incluye la posibilidad de probar una selección por copas, recoge una serie de referencias cuidada, que abarca todas las categorías, con etiquetas nacionales e italianas, y que se ofrece en un rango de precios que la hacen muy atractiva. El personal, atentísimo y bien formado en el producto y platos que propone este bar-mesa, su ritmo de servicio bien controlado, el ambiente distendido y divertido, que cambia a medida que las reservas llenan unos y otros espacios dentro del local, y una relación calidad–precio de las que son difíciles de encontrar en la capital terminan de redondear esta luz que brilla al otro lado del río.