El nuevo desembarco de Dani García resume las lonjas de nuestras costas (las vitrinas lucen gamba blanca y percebes, cigalas y quisquillas) a la vez que concede un papel protagonista a los arroces (al sarmiento, melosos o secos) y un altar extraordinario al atún. Lobito de Mar, su segunda casa en la capital –barra para entregarse a las croquetas de choco y los callos marineros, comedor exuberante y dos reservados–, guiña un ojo a colegas de profesión (sirven embutidos marinos con ecos de Ángel León) mientras a esa celebrada línea creativa añaden otra, los pescados de larga maduración (o cómo extraer sabores y texturas inéditas a algunas piezas). No habrá arena de playa bajo su terraza en esta codiciada calle pero el chef malagueño se ha montado un chiringuito con sobrados atractivos.
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