Pescados salvajes, parrilla y fuego. El gran empresario David Lecanda transforma el local al que llegó para conquistar Madrid con El pimiento verde hace más de 25 años en su proyecto más personal y elegante. Aquí mandan las brasas, la más pura tradición vasca de respeto al producto, de disfrute alrededor de una mesa, de compartir como en las conocidas sociedad gastronómicas.
No faltan en sus parrillas cortes nobles para los grandes aficionados a la carne pero besugos, rodaballos y las mejores piezas que van llegando a las lonjas del país gobiernan la carta y comparten protagonismo con una exquisita selección de mariscos donde el cangrejo real que traen del mar de Barents (y que lo preparan a la parrilla o hacen un txangurro) es el más exclusivo atractivo del restaurante; los ejemplares, junto a las langostas mediterráneas, se pueden ver en los grandes viveros que exhiben en el mismo local.
Por supuesto, siempre estarán presentes los guisos (de un marmitako a un rabo de toro pasando por algún plato de legumbres), la huerta (de temporada), las conservas y los ibéricos para ir abriendo boca antes de los platos mayores. y las croquetas (aquí de cachopo), la ensaladilla rusa (con atún de almadraba) o el foie micuit artesano.
Del refinado interiorismo, donde se han utilizado tonos ocres y cálidos en sintonía con la madera y ese punto acogedor que siempre da un fuego, se ha encargado el estudio Las 2 Mercedes, que ya han trabajado en otros proyectos de este gigante de la restauración en Madrid. Sí, es un espacio sofisticado. De mantel y buena cubertería. De un ticket medio que ronda los 80 euros.