La pasión por la gastronomía y el vino se unen bajo las antiguas bóvedas de unas carboneras de 1902. Era el antiguo Dassa Bassa (del fallecido Darío Barrio) transformado desde hace pocos meses en un elegante espacio con diferentes salones y ambientes. Una vinoteca con entrada a pie de calle, con más de 200 referencias de vinos (para tomar o llevar), da paso al restaurante. El sueño por el que Lourdes Poveda abandonó su carrera ejecutiva, y el de su marido, Carlos Romero, que compagina la sumillería en la tienda con su trabajo de consultor.
El buen gusto por los detalles (lámparas, vajillas, cuberterías, cristalerías) consiguen que todas las estancias tengan un agradable ambiente de calidez y distinción. Ofrecen una cocina de temporada, con prioridad al producto de Madrid, elaboraciones propias y un servicio profesional.
Poveda, formada en Le Cordon Bleu y con experiencia en sala y cocinas de Alabaster y Horcher, apuesta por una carta con platos de corte tradicional y toque francés en el tournedos de ternera o el cochinillo ibérico. Hay pescados y platos veganos como el jardín de puré de boniato. Destacar la flor de calabacín en tempura rellena de una crema muy suave de brandada de bacalao, los langostinos al curry y la costilla de vaca. Entre los postre, encontraréis la torrija de panettone.