Parece que Paco Quirós, y su socio Carlos Crespo, han cogido carrerilla, le han cogido el gusto a Madrid. Tras la reciente apertura de La Bien Aparecida, vuelven con un nuevo local, nada más y menos que en el edificio Grassy, uno de los más emblemáticos de la ciudad. Y, por supuesto, no faltan los guiños cántabros desde su concepción; el nombre del espacio remite al de una playa de Santander y el arquitecto del edificio era cántabro. Eso sí, del interiorismo, como viene siendo habitual, se ha ocupado el estudio de Sandra Tarruella. Es sofisticado y acogedor a partes iguales y con el punto informal que pide la zona (céntrica y, por tanto, más entregada al turismo y la gente de paso). No se ve el mar pero las vistas son muy especiales. En la carta no faltan los grandes éxitos de la casa (rabas, anchoas, merluza en tempura… y, claro, los postres) a la vez que presentan novedades como el bocadillo de callos o el bonito envuelto en alga nori. Para los que vayan con prisas sirven hamburguesas y un magnífico pepito de ternera y para los que quieran empezar bien el día ofrecen atractivos desayunos; cualquiera de sus mesas pegadas a la ventana es un lugar único para cualquier mañana de sábado.
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