La barra de Sandó

A un paso de Gran Vía, en las entrañas del Hotel Santo Domingo pero con personalidad y vida propias se esconde una barra de pinchos que suele pasar desapercibida. Varias creaciones originales (muchas preparadas al momento) salen de su cocina para sorprender a quien se deja caer por este espacio que, además de la barra, cuenta con un buen puñado de mesas y un semi-reservado con capacidad para casi 20 personas. Su ravioli de calabacín relleno de presa ibérica al Strogonoff es una buena parada si andas por la zona. También cuentan con pinchos y tapas más clásicas, que atraen la atención de la clientela extranjera del hotel. Para tomarse una cerveza, coger aire y seguir ruta.