Kitchen 154 Conde, en el corazón de La Latina, continúa con la estela de cocina de estilo street food, sabrosa y viajera, asentada en el imaginario culinario madrileño gracias a sus predecesores y locales hermanos en el mercado de Vallermoso y en la calle del Acuerdo, en Noviciado. Misma filosofía, con principios intactos: dar de comer rico (riquísimo), a precios asequibles, en el marco de un servicio informal, ofrecido por un equipo cercano y agradable, siempre dispuesto a orientarte entre las opciones disponibles. Reconocerás rápidamente el local de Kitchen 154 si paseas por la zona por el color amarillo intenso de sus puertas y ventanas, que lo enmarcan como gritando "¡estoy aquí!" En el interior domina el blanco, salpicado de colores, con paredes ilustradas aquí y allá y plantas colgantes. Domina la estética industrial, como de local sin terminar de haber sido reformado, fundida con una sensación hogareña, de cercanía.
En carta, solo cuatro categorías de elaboraciones, todas enmarcadas en el recetario del sudeste asiático y ningún postre. Entrantes, que pueden pedirse por unidad, ideales si lo que te apetece es tomar una cerveza y picar algo, sin redundar en una comida o una cena. Entre ellos, muy ricos la zamburiña a la brasa con "nam jim" de cilantro, menta y cacahuetes, y el pollo frito a la manera de las calles de Hat Yai, marinado en lemongrass y rebozado en harina de garbanzo y de arroz. En el apartado de "no-ensaladas" todo son buenas ideas, pero los Yum Kai Dao, huevos fritos que se comen como si fuera un taco, con salsa de tamarindo, sobre una camita de arroz blanco (que tendrás que pedir por separado) son un rotundo 10 de 10. Dulces, melosos, crujientes, picantes… ¡todo a la vez!
En Kitchen 154 las entradas y salidas de platos son comunes, por lo que, cualquier día, además de los platos habituales, puedes encontrarte con un fuera de carta que (recomendación seria) harás bien en probar. Fue el caso del Yum woon sen, sabrosísima ensalada de fideos de cristal con buen equilibrio ácido-picante. Para seguir, en el apartado de curries y guisos, son conocidos y alabados sus curries, en versión roja y verde. Una u otra, no defraudan, pero si te va el 'mar y montaña' tu opción es la verde, con gambones y panceta a la plancha y judías verdes salteadas. El agua te la sirves tú misma de un grifo–fuente ubicada al fondo del local, las veces que quieras. Son estos pequeños detalles los que cargan el ambiente de esta sensación de familiaridad, de estar, en cierto modo, en casa. La oferta de comida, servida en vajilla sencilla, de plástico o aluminio, sobre mesas y barra sin mantel, se complementa con una variedad de opciones para probar sus vinos por copas, reunidas sus referencias en las cristaleras de dos neveras a las que acudir a consultar la oferta disponible.
Diferenciados por unos escalones, el espacio para comer y beber en barra se despliega a la derecha, mientras que toda la zona izquierda es un comedor, amplio, en el que la mayoría son mesas para entre dos y cuatro comensales, pero que también incluye una mesa grande, con capacidad para hasta ocho personas. La mayor parte de las banquetas en esta zona son cajas de cerveza sobre las que reposa un cojín y parte de las mesas emplean este mismo recurso como base sobre la que se apoya un tablero.