Apostaron todo al humo y el humo se hizo carne.
Un nuevo viaje al corazón más carnívoro de Estados Unidos. Eso es lo que nos sirven en bandeja (literal, sin manteles, comida sobre papel y listo) los chicos de Mad Grill y Mad Café desde hace un par de meses. Estos jóvenes y meritorios emprendedores, de evidentes filias norteamericanas, acaban de abrir su nuevo proyecto. Solamente tiene una cosa en contra: este rincón, aún emplazado a un paso de la zona más caliente de Ponzano, no es precisamente un sitio de paso pero, dada la calidad y lo (casi) inédito de su propuesta, seguro que harán pronto una cartera de fieles que acudan al olor del humo (valga el recurso porque, ojo, de aquí no sales atufando a madera quemada) y para hincarle el diente de nuevo a ese espléndido costillar.
El espacio acoge grandes mesas corridas de madera (en su mayoría para compartir entre varios y con compartimentos metálicos para guardar el bolso bajo las piernas) y lo enmarcan enormes ventanales perimetrales. Aires industriales en un interiorismo que se acomoda perfectamente a la oferta. Un concepto muy pensado y mejor cuajado. Pides y pagas en el mostrador, te manchas las manos y te vas. Fácil. En la diana. Hasta han incluido unas toallitas de limón en el cubo del cuchillo+tenedor+servilleta. ¿Falta un palillo para los restos o suena demasiado casposo? Seguro que ellos pueden actualizar este final feliz, viejuno sí pero en ocasiones necesario también.
Comida rápida con gesto contemporáneo y carácter propio. Los encurtidos (rabanitos, pepino, maíz…) los preparan ellos mismos y se nota (muy atinado el punto tanto de textura como de vinagre). Similar y gratificante efecto produce la indispensable salsa barbacoa que también lleva el sello y diseño (de la etiqueta) de casa. Tres versiones: normal, picante y muy picante. La intermedia es idónea –alegra el sabor final y da mayor untuosidad a la carne- pero aquí cada uno tiene su nivel e incluso habrá quien se lo eche a todo pero no siempre funciona porque, según la carne escogida y su marinado, puede ensombrecer en lugar de aupar.
Brisket, pulled pork, costillar, contramuslo de pollo, secreto ibérico… Para los comensales no carnívoros también tienen algo (bocadillo de sardinas o patata ahumada con mejillones) pero si no te va la carne… quizás no sea tu sitio. Cada corte está especiado/tratado de manera diferente para resaltar o darle una vuelta a su personalidad y lo acompañan, claro, con varios sides y rebanadas de pan tostado. No se pierdan el puré de patata (oh my god!) ni la ensalada de col (no, para nosotros tampoco era la primera opción hasta que probamos la suya). Tras ahumarse durante horas a baja temperatura, todo llega a la mesa con una textura deliciosa, tierna, al punto, pero si tenemos que apuntar dos imprescindibles, nos quedamos con el brisket y el costillar.
La cerveza es el otro pilar de este proyecto. Exhiben una decena de grifos con cervezas artesanales (americanas, belgas o la suya –las de Freaks Brewing-), que cambiarán temporalmente, y otras tantas referencias en botella. La versatilidad de su lista convencerá a todo buen amante del lúpulo. También cuentan con algunas botellas de vino (jerez, tan reivindicado ahora, incluido) y refrescos americanos (cherry coke).
Para los que hayan dejado hueco, una creación inesperada: nubes tostadas con chocolate en un sándwich de galleta casera. Una regresión a la infancia. Puro vicio. Helado casero de donut o tarta de doble chocolate son las otras opciones para obligarte a volver andando a casa. That’s all folks!