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Reseña

Casa de comidas

4 de 5 estrellas
  • Restaurantes
  • Crítica de Time Out
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Time Out dice

Poco tendrá que ver este restaurante con los que frecuentaba el chef sevillano Rafa Zafra cuando de niño acompañaba a su padre en carretera. Los camiones que aparcan hoy en los márgenes de Padre Damián no garantizan estar ante un apeadero fiable donde comer rico y barato como cuando se está de ruta. Eso sí, la zona financiera cada vez es más foodie y el hotel NH Collection Eurobuilding sigue buscando ocupar su lugar en el panorama gastronómico. Contar con Rafa Zafra da caché, aunque la propuesta relaje los postulados de sus últimos proyectos.    

Casa de Comidas, desde ese vínculo sentimental de cocina honesta y popular, pretende dar algo de personalidad a un espacio tan impersonal como suele ser el restaurante de hotel. Con sabores reconocibles, con todo muy claro en el plato y sin experimentos de altos vuelos. Jamón Joselito, salmorejo, lentejas, macarrones, tortilla, merluza a la romana… Cosas así. El seguidor de Zafra (Estimar, Rural, Casa Jondal) no debe esperar aquí caviar, gamba roja o trufa blanca. No encontrará lujos ni apenas recuerdos de vanguardia, pero podrá agradecer el rollo disfrutón y sincero.

Lo deja claro el mismo Zafra en su declaración de intenciones: “Las mejores cosas de la vida se han de compartir y, por eso, en esta carta encontrarás productos, sabores y recetas que formarán siempre parte de mi memoria gastronómica”. También habla de celebrar “la sencillez y la autenticidad de la cocina de fondo”. En Casa de Comidas, más un solvente restaurante de hotel de lujo que uno de autor, no es difícil ver comer al propio director del Eurobuilding. Buena señal para un lugar polivalente: lo mismo da servicio a los huéspedes que acoge a quien acude a la llamada de la firma del chef. Hasta quien busca un simple comedor agradable para comer bien y no entretenerse. MIL Studios pone el interiorismo que hace estar así de a gusto, abriendo la cocina a la vista pero dejando recodos más íntimos cercados por lamas sin que esas mesas dejen de pertenecer al salón diáfano. Las tapicerías, las maderas, las plantas, la iluminación… Todo juega a favor para, sin darse demasiada importancia, caldear un restaurante que, rodeado de cristaleras, podría resultar desapacible.   

La carta, sin ser extensa, deja la opción de un menú con algunos básicos. Entre los entrantes, ensaladilla con ventresca de atún y piparra (17€), generosa de mayonesa y que para dos personas cumple de sobra. El puerro asado con praliné de avellanas y olivada (13€) se sirve tibio y también se comparte. Las croquetas (14€) van bien de picadillo, de intensidad y de bechamel fundente. La berenjena frita en adobo sanluqueño con salsa algo picante (12€) revela la debilidad andaluza de la casa. 

Echamos de menos alguna sopa más, algún caldo que ponga a tono, aunque no faltan platos reconfortantes como el cocido (a veces) o las verdinas con boletus y col por encima (19€) . También fuera de carta pueden dejarse caer porrusalda o pochas con almejas. Los canelones de pollo de corral y pato (22€) miran igualmente al pasado pero con producto de primera. Como las albóndigas de ternera y cerdo con trompetas de la muerte (22€). Todo servido en una vajilla discreta que no desentona. Queda lo mejor, al menos el plus que da sentido a comer en un hotel 5 estrellas: el carrito de postres caseros, momento que puede ser la perdición. Pastel de chocolate, tarta de manzana (sensacional), de queso, de zanahoria, tiramisú, flan, arroz con leche… Los golosos se pensarán si solo venir a apuntarse a semejante festival. En cuanto a los vinos, hay seriedad sin necesidad de una carta interminable para tener un poco de todo (español, salvo algún champán y algún Oporto). Referencias como Belondrade, Ossian o Remelluri no suelen fallar. 

Quedará poco hueco para la merienda, pero al otro lado del restaurante, nada más entrar al hotel, Rafa Zafra completa la oferta con el Bikini Bar. Este espacio más casual y de afterwork se entrega a los entrepanes y a los cócteles. Aunque renombrados, las bases de estos últimos son bastante clásicas, no hay de qué asustarse, si bien preparan desde un gin fizz a un bramble (a precios de hotel). Salen muchos bikinis simples (jamón cocido y queso, a 9€), los de calamares (en brioche, con alioli y chimichurri) y también el Frankfurt (beicon, cebolla frita y ketchup chipotle). No falta el sándwich club, para los que no saben ni quieren pedir otra cosa.  

Detalles

Dirección
Padre Damián, 23
Madrid
28036
Transporte
Cuzco (M: L10)
Horas de apertura
Lu. a do. 12:30-16:00 y 19:00-00:00
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