Cannibal huele a estilo, a diseño y ambientazo. Piezas de Alquian, Hoptimo y Serge Mouille se funden con creaciones hechas ad hoc para un espacio con clase que respira el aire de Roman&Williams y respeta a su vez las condiciones originales del café fundado por Adolfo Marsillach en los 60. El resultado es un restaurante de aspecto sofisticado y atmósfera nocturna cuya idea original es la de acercar a España el concepto de ‘raw bar’ tan popular al otro lado del charco.
Platos elegantes y elaboraciones sencillas para admiradores de la buena gastronomía y del producto sin artificios, en los que no faltan propuestas crudas y marinadas, como ceviches, tartares o carpaccios, y tampoco mariscos, pescados, carnes gallegas y ostras francesas, maridados con más de 70 referencias entre vinos blancos, tintos, rosados y espumosos, por copa o botella. La cocina descansa fuera del horario de comida, pero Cannibal está abierto entre horas para tomar un café, un vino o un cóctel sin tener en cuenta el reloj.
Picar algo a pie de barra y disfrutar del buen ambiente que se crea cualquier noche de la semana con una copa en la mano es, de hecho, uno de su grandes atractivos. En la pintoresca cueva de ladrillo que esconde en la planta baja de jueves a sábado se amplia el espacio para otros 30 cubiertos, y después de la cena la luz baja, la música sube y la noche se prolonga.