Este restaurante de líneas vanguardistas que en 2004, un año después de su apertura, le hicieron valedor del premio nacional de arquitectura es un verdadero lugar de culto para los amantes de la cocina tradicional y el producto.
Anabel Arriezu y Juan Miguel Sola, dos navarricos de paladares exquisitos educados al amparo de los mejores comedores del territorio nacional y francés, saben abastecerse del mejor producto para tratarlo con el máximo respeto. No encontraréis adornos ni florituras innecesarios, sino una delicada sencillez en sus elaboraciones que aseguran el auténtico sabor de cada pieza de su prodigiosa despensa.
Aquí manda la temporada y el huerto familiar de Azagra (Navarra) desde donde cada mañana y a modo de ritual llegan las verduras que se van a consumir en el día. Puerros, alcachofas, borrajas, cardos, guisantes, ajetes. Los pimientos de cristal son el plato mítico de la casa, están asados en las brasas de uno en uno y rasgados a mano en finas tiras, una verdadera delicia. Otros clásicos son la ensaladilla rusa, las croquetas, las anchoas de Santoña y gloriosos platos de cuchara como las pochas de Sangüesa.
Entre las carnes, cochinillo, cordero, foie fresco y ternera nacional con maduración mínima de 2 meses. Pescados frescos como lubina y rape salvajes, merluza o besugo –cada vez en menos sitios- acompañados de suaves emulsiones de aceite ajo y perejil, y en algunos casos con verduritas. Es posible que alguien eche de menos unas patatas panaderas.
Hay que dejar hueco al postre para probar la torrija. De rebanada gruesa, caramelizada, templada, esponjosa y con una bola de helado de vainilla es digna de encabezar todos los ‘ranking’. La Manduca de Azagra es uno de los mejores restaurantes de Madrid y el elegido por una fiel y selecta clientela ganada a pulso por sus magníficos anfitriones que te hacen sentir como en casa.