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Las calles con las cuestas más pronunciadas de Madrid

Estas son las calles que uno evita cuando pasea o monta en bici por la ciudad y las que busca cuando lo que quiere es ponerse en forma.

Marta Bac
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Madrid es una ciudad de cuestas. Todo el que viva aquí o haya venido de visita sabe a ciencia cierta que es imposible recorrer sus barrios sin encontrarte con empinadas calles con cuesta. Hay quien las esquiva, quien tiene hasta un plano mental con todo tipo de alternativas y también quien las usa como excusa para no hacer uso de la bicicleta. Ahora bien, también existe quien las busca, quien anda deseoso de encontrarse con ellas, como una manera de ponerse a prueba o, simplemente, en forma. Eso sí, ten en cuenta que no todas son igual y que, las busques o las rehúyas, conseguir dejarlas atrás (y recuperar la respiración) te provocará una satisfacción enorme, digna de cualquier escalador que alcanza la cima. 

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Cuesta de la Vega

La calle de la Cuesta de la Vega, en Madrid, es curvilínea y une la Catedral de la Almudena con el Parque Atenas, por los jardines del Campo del Moro. Su nombre se debe a que en esta ubicación se encontraba la Puerta de la Vega, uno de los accesos de la antigua muralla árabe y servía como defensa natural de la ciudad. Su empinado trazado recuerda a las famosas calles de San Francisco. 

Avenida de Pablo Iglesias

La sensación al bajar con el coche por esta doble cuesta es similar a la de la caída de una montaña rusa. Así que imaginad el reto que supone recorrerla a pie o en bici. Esta calle, situada en el barrio de Bellas Vistas, es una de las más empinadas de la ciudad. Y su desnivel se aprecia a la perfección gracias al acueducto de Amaniel, que discurre en paralelo. 

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Calle Segovia

Esta vía, que une la plaza de Puerta Cerrada con el Puente de Segovia, atravesando el barrio de La Latina, está situada sobre un antiguo barranco por donde fluía el arroyo de San Pedro, de ahí su temible inclinación. A pesar de que en esta calle con cuesta podéis contemplar espléndidas edificaciones (el Palacio de Anglona con su bonito jardín, el viaducto de Segovia o los Jardines de las Vistillas), tendréis que parar más de una vez para coger aliento si queréis llegar hasta el final.   

Cuesta de San Vicente

Entre Príncipe Pío y Plaza de España, se encuentra esta calle con cuesta cuyo propio nombre indica su naturaleza. Tradicionalmente ha sido conocido como uno de los caminos hacia el río Manzanares, y aquí se ubicaba otra de las puertas de acceso a la ciudad, de ahí el nombre actual. A medio camino hay algunas terrazas donde parar a reponer fuerzas. 

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Calle de Carlos Arniches

Prácticamente la totalidad de los barrios de Lavapiés y Embajadores son una cuesta constante. Subir desde la Ronda de Valencia hasta Tirso de Molina es una penitencia. Probablemente la cuesta más famosa sea la de la calle Embajadores, o incluso Ribera de Curtidores, donde se instala el Rastro, que ocupa también parte de esta larga y empinada vía dedicada a un prolífico escritor de sainetes.

Cuesta de los Ciegos

Como la calle Segovia no era suficiente, en La Latina también encontramos una calle con cuesta que además de contar con una inclinación considerable está llena de... ¡escalones! Se trata de la Cuesta de los Ciegos, que se llama así  por unos músicos ciegos que vivían allí o por el milagro que obró aquí San Francisco de Asís, devolviendo la visión a un par de invidentes. Que no os confunda la belleza del lugar, la escalera es agotadora. 

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