Se podría decir que el origen de este templo se encuentra en un intento de esquivar las intrigas palaciegas. Y es que, su artífice, la reina Bárbara de Braganza, ordenó construir la ahora llamada Parroquia de Santa Bárbara, junto con un colegio, un convento y un palacio, como lugar al que retirarse en caso de que su marido, el rey Fernando VI, falleciera antes que ella. No quería quedar expuesta a los tejemanejes de Isabel de Farnesio, la madre de su esposo.
Situada en la zona de las Salesas, su construcción comenzó en 1750 y al frente de ella se situaron Francisco Carlier y Francisco Moradillo. Siete años después del inicio de las obras, la iglesia estaba terminada, era consagrada, y las religiosas y las alumnas que serían educadas en el colegio, trasladadas a estas instalaciones.
Lo de que la reina la utilizara como lugar al que retirarse en caso de enviudar no fue necesario, ya que en 1758 fue ella quien falleció primero, siendo enterrada en la Parroquia de Santa Bárbara, donde también se encuentran los restos de Fernando VI, que moriría en 1759.
Si parte de este conjunto, que incluía también huerta, jardín, casa del hortelano…, es hoy Palacio de Justicia, actual sede del Tribunal Supremo, es por la expropiación que llevó a cabo el General Prim en 1870. Habría que esperar hasta 1891 para que se constituyera en parroquia bajo la advocación de Santa Bárbara.
De esta iglesia gusta su interior, sí; pero lo que llama la atención es un exterior donde la fachada, con sus pequeñas torres y su frontón, destila elegancia y la escalinata le otorga un toque de majestuosidad.