Caixaforum Madrid jardin vertical
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Los secretos de CaixaForum Madrid

Nos colamos en las salas y pasillos del centro cultural para conocer algunas curiosidades desconocidas (hasta ahora)

Noelia Santos
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Desde que se inauguró en 2008, CaixaForum Madrid no ha dejado de dar que hablar. Y siempre para bien, pues este centro cultural y social constituye no solo un referente de la difusión del arte en la actualidad, sino uno de los mejores ejemplos de cómo la arquitectura moderna puede integrarse a la perfección en el entorno social en el que se ubica. Muchos saben -o quizá no- que aquí antes se encontraba la Central Eléctrica del Mediodía, o que forma parte del llamado 'triángulo del arte' de la ciudad -junto con el Museo del Prado, el Centro de Arte Reina Sofía y el Museo Thyssen Bornemisza- o que su jardín vertical es uno de los más importantes de España. Aún así, todavía guarda secretos, curiosidades que nos hemos propuesto desvelar aquí y ahora. 

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Egipto faraónico: el gran reto

Desde CaixaForum nos cuentan que la instalación de la exposición 'Animales y faraones. El reino animal en el antiguo Egipto' -que pudimos ver en Madrid en el año 2015 gracias a los acuerdos que la Obra Social La Caixa mantiene con el Museo del Louvre- fue, sin duda, el gran reto al que se han enfrentado desde la apertura del centro en 2008. Se trajeron alrededor de 440 piezas, desde amuletos a momias y esculturas monumentales. Y fueron las grandes dimensiones de estas últimas -algunas de entre 3 y 7 toneladas-, las que obligaron al equipo responsable de su instalación en el centro a hacer un estudio pormenorizado no solo del lugar en que debía instalarse cada pieza para repartir de manera equilibrada el peso en cada planta; sino a trazar un itinerario preciso por el que debían conducir las piezas hasta su ubicación, 'pintando' carriles en el suelo y buscando en todo momento el mayor apoyo posible para evitar exceder el peso máximo que cada planta puede soportar. Hasta la fecha, ha sido la exposición más 'pesada' que han acogido en el centro. 

La obra de Barceló que no entraba en el ascensor

De todos es sabido que el mallorquín Miquel Barceló es un artista grandilocuente en todo lo que hace. Nos referimos a las grandes dimensiones de sus obras, que de hecho constituyen uno de los aspectos que más le diferencian en el marco del arte contemporáneo. Y aunque CaixaForum, como centro de arte y cultura que es, está de sobra preparado para almacenar, trasladar e instalar obras de estas características -cuenta con un ascensor 'monta cuadros' de dimensiones gigantescas: 4 metros de largo, por 3 de ancho y 4 de alto-, la obra de Barceló es tan exageradamente grande que durante la exposición 'Miquel Barceló. 1983-2009.La solitude organisative' confirmaron que una de sus piezas ni siquiera cabía en este ascensor profesional. ¿Qué hubo que hacer? Pues lo mismo que sucede en las mudanzas de cualquier hijo de vecino: subirlo por la escalera. Por suerte para todos -sobre todo los que somos fans de Barceló aquí en Madrid-, tiene dimensiones de sobra suficientes para introducir por ahí obras como estas. 

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No es un ovni, es el lobby

Aunque tiene aspecto futurista, de esos que recuerdan a una nave espacial o incluso un ovni, el lobby principal de CaixaForum Madrid es todo un guiño a los orígenes industriales del edificio. En este espacio se encontraba la antigua Central Eléctrica del Mediodía -proyectada en 1899- que abastecía la zona sur de la ciudad, y hasta la fecha constituía uno de últimos ejemplos de arquitectura industrial que todavía quedaban en pie en Madrid. De ahí que en su proyecto de renovación y conversión se intentara respetar no solo ese espíritu sino algunas de sus partes originales -las fachadas estaban protegidas por la ordenanza municipal y había que mantenerlas sí o sí-. El interior, sin embargo, es todo de nueva construcción, pero en el lobby se ha mantenido la esencia de lo que fue, utilizando materiales como acero inox, las delgadas columnas originales y luces fluorescentes de Led que recuerdan el pasado de la central eléctrica. Pasado y presente se unen a través de la escalera poligonal en espiral, que ofrece una visión tremendamente llamativa, y muy fotografiable.

Una fotografía de José Manuel Ballester, de recuerdo

Lo que diferencia a un museo de un centro social y cultural como CaixaForum es que todas sus exposiciones son temporales, y ninguna permanente. Dicho de otro modo: si no fuera por el recuerdo que dejan en la memoria de los visitantes, y la permanencia de las redes sociales, no quedaría ni un solo rastro de su presencia en Madrid. Porque igual que vienen, se van. De eso se trata precisamente. Con una excepción: una fotografía del pintor y fotógrafo español José Manuel Ballester -Premio Nacional de Fotografía en 2010- que lucen orgullosos en las oficinas del centro. El artista regaló una obra suya al término de su exposición '60 miradas a Ferrovial: José Manuel Ballester' instalada en 2013 y, de hecho, constituye la única que ha pasado de estar estado expuesta en las salas del centro a quedarse aquí de manera permanente. Por cierto, la fotografía muestra una imagen de las caras del edificio de CaixaForum Madrid, por lo que la donación cobra más sentido aún. 

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Tabiques 'de quita y pon'

Uno de los compromisos de CaixaForum, como de social y cultural comprometido con el entorno, el arte y la sociedad, es precisamente la sostenibilidad. De ahí que la reutilización de los recursos sea una de las máximas que llevan por bandera hasta tal punto que -y aquí viene el secreto- los tabiques centrales que hay en cada una de las salas de exposiciones sean móviles y huecos. No son paredes, en realidad son tableros que se adaptan a cada exposición y sus necesidades: se trasladan -tienen ruedas y frenos, de hecho-, se empapelan, se pintan para mimetizarlo con el entorno y se les ponen incluso rodapiés para dejarlo lo más rematado posible. Ingeniería de la creatividad y el ahorro

Un jardín vertical sin una pizca de tierra

Muchos saben que el 'muro vegetal' de CaixaForum Madrid es el primero instalado en España. Pero lo que no es tan popular y, sin embargo, realmente sorprendente, es que las más de 15.000 plantas que contiene sobreviven sin una pizca de tierra. "La tierra no es más que un medio. Sólo el agua y los múltiples nutrientes disueltos en ella, junto con la luz y el dióxido de carbono, son esenciales para las plantas" en palabras del botánico francés Patrick Blanc, su diseñador. Y así sucede en este tapiz vegetal que rememora los jardines colgantes de la antigua Babilonia y que ocupa 460m2 de superficie. Contiene más de 250 especies, entre las que, por cierto, hay incluso plantas aromáticas como menta, además de plantas autóctonas como el cornejo rojo (Cornus Sanguinea) y otras foráneas que se han adaptado bien al clima de Madrid, como la hortensia o col de invierno, más propia de Siberia y Mongolia.

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Hace frío, y lo saben

Este es un secreto a voces que, sin embargo, parece que los visitantes no están dispuestos a escuchar porque no queremos que nadie justifique el frío relativo que suele hacer en las salas de exposiciones de CaixaForum. Y dice así: "Por motivos de conservación de los bienes culturales, la temperatura y la humedad de la sala de exposiciones se mantienen dentro de los límites recomendados internacionalmente". Así rezan los carteles que hay repartidos por las salas de exposiciones y que confirman lo que todos ya sabemos, o deberíamos saber: a las obras de arte le sucede algo así como las botellas de vino, que deben mantenerse a una temperatura constante para que se mantengan en perfecto estado de conservación. En este caso, oscila entre 20 y 22ºC y una humedad relativa de entre el 45 y el 50%. Ni más ni menos. Y eso explica el contraste de temperaturas entre el exterior y el interior al que debemos acostumbrarnos, por el bien del arte. 

Y la parte más fotografiada de CaixaForum es...

Ni el imponente jardín vertical que el centro luce orgulloso en uno de los muros exteriores; ni la escalera de acero inoxidable por la que se asciende al lobby principal, en el que se encuentra la recepción y que tiene un cierto aire futurista, incluso de nave espacial; ni las vistas desde la cafetería situada en la cuarta planta; ni el 'cubo' enjaulado que simula una cueva subterránea del auditorio que hay en la planta -2... Ninguno de estos espacios son los más fotografiados por los visitantes que diariamente pasan por el centro social y cultural. Podrían, porque son maravillas y constituyen obras de arte en sí mismas. La obra que más veces se ha fotografía es la escalera central del edificio, conocida popularmente como 'la escalera blanca'. Una obra de arte que recuerda a la que hay en el Museo Guggenheim de Nueva York, y que constituye una obra de arte en sí misma, apreciada sobre todo por aquellas personas que aprecian las obras de arte por su perfil técnico y arquitectónico. La vista que ofrece la escalera, observándola desde su interior desde la planta cuarta hacia abajo es, sencillamente, excepcional. 

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