1. Pasadizo de San Ginés
Debido a su escasa anchura, este coqueto pasadizo siempre fue peatonal. Bajo sus arcos pasan cada día muchos madrileños, ya sea para comprar libros en la librería del mismo nombre (a menudo, dispuestos en la calle), o para degustar churros en una de las chocolaterías más famosas de la capital, también bautizada como el santo en cuyo honor se construyó la Iglesia de San Ginés de Arlés, que colinda con el propio callejón. Un lugar sencillamente mágico.