Las casas 'a la malicia'
Paseando por el centro histórico todavía es posible encontrarnos con algunos destacados casos de las conocidas como ‘casas a la malicia’, uno de los mejores ejemplos de picaresca en el ámbito arquitectónico. Su origen se remonta a la segunda mitad del siglo XVI, con la designación de Madrid como capital de España por parte de Felipe II, una decisión que suponía el traslado a la ciudad de un amplísimo séquito de funcionarios. Para facilitar su alojamiento, las autoridades promulgaron la denominada ‘regalía de aposento’, que obligaba a los propietarios de casas de más de una planta a ceder el resto de pisos a los miembros de la corte y a sus familias. Para burlar la medida, los madrileños comenzaron a construir las ‘casas a la malicia’, viviendas de varias alturas cuya fachada principal hacía casi imposible distinguir de cuántas plantas constaba el edificio a través de trucos como ventanas a diferentes alturas o cubiertas en pendiente. Dos ejemplos de estas construcciones podemos localizarlos en la confluencia entre la calle de la Redondilla y la de los Mancebos y en el número 31 de la calle Pez.