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Uno de los refugios más queridos frente al asfalto de la ciudad es el precioso jardín que se esconde tras los muros de la casa-museo de Joaquín Sorolla. Quizás ya lo conozcáis. Para los que han disfrutado del lugar (y saben de lo que hablamos) y para los que nunca han entrado hay una excusa veraniega perfecta... una nueva exposición temporal (hasta el 2 de octubre). Las entradas cuestan solo 3 euros y abren de martes a sábado (9:30 a 20:00 horas) y los domingos y festivos (10:00 a 15:00 horas).
La que une a dos maestros y amigos, Sorolla y el genial escultor Mariano Benlluire con motivo del 75 aniversario de la muerte de segundo. El fruto de una amistad tan duradera fueron una serie de intercambios artísticos. Sorolla retrató a Benlliure y a su familia, les regaló cuadros dedicados cariñosamente: "a mi amigo", "a mi hermano"; Benlliure, consciente de lo mucho que al pintor le gustaba la escultura, le regaló una pequeña colección de bronces y un yeso además de un jarrón de cerámica decorativa, piezas que hoy se reúnen por primera vez en una sala del museo.
Comisariada por Ana Muñoz Martín y Covadonga Pitarch Angulo la muestra reúne ocho esculturas, de entre las que destacan los retratos de Sorolla: una placa de perfil en bronce que el escultor realizó para homenajear los éxitos obtenidos por el pintor en 1909, cuando la exposición individual que llevó a Nueva York batió todos los records imaginables de crítica, ventas y público; o el busto en piedra caliza que desde 1932 recibe a los visitantes en el jardín que muestra a Sorolla haciendo lo que más le gustaba, pintar a la luz del sol.