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La secuela de 'Avatar', que James Cameron ha tardado 13 años en hacer, ya está aquí (se estrena el 16 de diciembre), entrañablemente sincera y distinta a casi cualquier otra superproducción moderna que puedas ver. La mitad de la diversión consiste en tratar de averiguar qué estás presenciando realmente. Proporciona tal cantidad de imágenes y acción épica que necesitaréis vuestro propio puerto USB para absorberlo todo de una sola vez. Hay ballenas que hablan, hadas acuáticas y un sinfín de otras maravillas alucinantes. Cuando, mientras los créditos avanzaban, un amigo me preguntó: "Entonces, ¿era Kate Winslet quien hacía de ballena?" Me pareció una pregunta totalmente razonable.
Que conste, Winslet, una de las nuevas incorporaciones respecto al reparto del 2009, no interpreta a la ballena. Irreconocible en forma de avatar, es una de las líderes tribales oceánicas que ofrecen refugio al insurgente Na'vi Jake Sully (Sam Worthington), su pareja Neytiri (Zoe Saldaña) y los tres niños (Jamie Flatters, Trinity Bliss y Britain Dalton) que han tenido desde la primera película. Los humanos han vuelto a Pandora con más ideas de explotación y tienen a Sully, un William Wallace de piel azul altísimo, en su punto de mira.
Proporcionando el yin militarista al yang espiritual de la película, vuelve el coronel Quaritch (Stephen Lang). ¿Pensáis que estaba muerto? Bah. El guion de Cameron solo le resucita en forma de avatar de Na'vi, sediento de venganza, que se dirige a la jungla con un equipo fuertemente armado.
Ni que decir tiene que los alérgicos a las imágenes CG deberían abordar la película con extrema precaución
Ni que decir tiene que los alérgicos a las imágenes CG (generadas por computadora) deberían abordar la película con extrema precaución. Representadas con la claridad cristalina del HFR (imagen de alta frecuencia, mucho menos horrorosa aquí que en las películas del 'Hobbit' de Peter Jackson), cada tentáculo flotante luminoso, cada pez alienígena y cada escena de acción representa toda una galaxia de píxeles. En 3D, es inmersiva al máximo, aunque algo extraña. Es una película con su propia longitud de onda, tanto visualmente como en su filosofía hippie californiana, y hay que estar dispuesto a sintonizar con ella.
Con una tercera (y posiblemente cuarta y la quinta) película en camino, es inevitable que se hayan sembrado nuevos McGuffins y futuros arcos narrativos, aunque los personajes, incluidos los niños, están bien dibujados para ofrecer algunas ideas impactantes sobre nuestras responsabilidades con nuestras familias y con el planeta. Gana por un pelo a 'Terminator 2' como la mejor película de Cameron sobre las cargas de la paternidad frente a máquinas de matar sin remordimientos.
Sin embargo, tiene defectos evidentes. La construcción del mundo se hace un poco demasiado granular en la segunda hora, la trama funcional se basa en secuestros de niños más fáciles de predecir que en cualquier película desde 'Taken 3', y los diálogos no son exactamente Cameron vintage.
Pero si la escritura de guion no tiene la efervescencia de 'Aliens', 'True lies' y otras, no volvemos a Pandora por la cháchara. Aquí, el gran atractivo es el espectáculo, y 'El sentido del agua' lo cumple. El mundo submarino es tan inmersivo y creíble, que esperaréis que David Attenborough intervenga con algunos comentarios informativos. Sin embargo, incluso este gran hombre tendría dificultades para explicar el depredador acuático rápido y feroz que atraviesa los arrecifes de coral como si fueran nubes de algodón azúcar.
"Lo más peligroso de Pandora", reflexiona alguien sabiamente en un momento dado, "es que acabas amándola demasiado". James Cameron no está de acuerdo. No se puede amar lo suficiente (y el sentimiento es contagioso).