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Era tal la demanda que al final Iñigo Urrechu ha tenido que armar una oferta que viaje bien para poder enviar con garantías algunos de sus mejores platos al salón de sus clientes. Y de paso, conquistar nuevos públicos. Una casa burguesa como es Urrechu Velázquez, mesa de referencia para quien busca comer sobre mantel y un servicio de sala a la altura, se lanza por primera vez al mundo delivery, donde no es fácil salir bien en la foto.
Pero el chef guipuzcoano, también al frente de la nueva vida del mítico Zalacaín, ha decidido ir con todo. Y eso vale para su cachopo de ternera asturiana y para el briochito de centolla. Por supuesto, la distinción del restaurante se transforma aquí en un packaging elegante y sobrio que mantiene las cualidades de unas recetas gustosas, elaboradas con el mismo producto de primera que vais a encontrar en su comedor de El Viso (Velázquez, 150). Envases creados exclusivamente para este nuevo formato de una de las grandes casas de comida en Madrid.
El servicio ya está en marcja y está activo todos los días se la semana tanto en horario de comidas como de cenas (a través de Glovo). Eso sí, no llega a cualquier punto dentro de la M30. Para que todo llegue en las mejores condiciones trabajan con un radio de entrega de 3,5 kilómetros desde el restaurante. Además del famoso cachopo, de sus croquetas y ensaladilla rusa, hay opciones dulces (dados de torrija artesana con pincelada de café con leche y chantilly) y platos para compartir toda la familia como la costilla de pecho de vaca acompañada de patatas baby con Gernika, confitada en su propio jugo durante diez horas o el arroz meloso con carabineros a la plancha.