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Tras convertirse en una referencia muy querida para vecinos y turistas en una de la callejuelas más tranquilas de La Latina (c/Almendro), la pareja formada por Andrés Olivares y Raquel Choya, que ya ostenta un Solete Repsol, dio un paso más en el negocio sin moverse del centro de Madrid. Así que poned en vuestro radar esta pista, que aún no es un secreto a voces, para no fallar en los alrededores de la plaza Mayor, muy muy cerca del visitado mercado de San Miguel: cocina fusión a precios asequibles en un esquinazo privilegiado con dos pisos y unas cuantas mesas en terraza al aire libre.
La vertiente argentina que de uno de sus responsables está bien presente en la carta -una provoleta, un ojo de bife, unas buenas empanadas- que recoge las tendencias para armar una propuesta donde convocar a la mayoría de comensales. Hay un ceviche y una burger, una corvina tonkatsu o unos pappardelle con rape y langostinos al armagnac, un char siu de panceta y unas croquetas de jamón ibérico. Y una bodega igual de versátil y de atractiva. Te puedes encontrar varios generosos, un pet-nat, algunas referencias francesas y bodegas que son un valor seguro para los más tradicionales.
Dos plantas con restaurante, salón privado y terraza donde crece la apuesta por la coctelería, en manos del barmaster Renato Medina. Podéis ir a comer un risotto de hongos pero también (y solamente) a tomaros una refrescante Guarapita Chic o un Mr. Piazzola a la hora del aperitivo. Por cierto, el mítico bandoneonista y compositor argentino es quien da nombre al restaurante, Ástor, que aquí en Gómez de Mora, 1, se presenta con el subtítulo de Puerta Cerrada.