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Ay, los domingos del Rastro. Entre tanta cuesta arriba, tanta cuesta abajo hay que hacer una parada para reponer fuerzas antes o después o arrancar el día con un buen café y algo de bollería para sobrellevar el paseo.
1. Los New York Rolls que convocan multitudes (en pleno corazón del Rastro)
Del pequeño obrador de Novo Mundo (Carnero, 9), salen, además de hermosas hogazas y crujientes chapatas, piezas de bollería (de masa madre y harinas ecológicas) que provocan colas a sus puertas cada domingo. Pero es que ya solo por sus croissants y, sobre todo, por sus New York Rolls (de hecho han limitado de momento su venta a dos unidades por persona para que más gente pueda probarlos) merece la pena hacerles una visita. Ya lo dicen ellos mismos: "Los domingos son nuestras "finales de mundial" donde jugamos con todas las ganas, y sacamos fuerzas para dárselo todo y proporcionar una gran experiencia a toda la gente que nos viene a visitar. Son días de mucho curro y mucho lío, así que se agradece la paciencia y que la gente corresponda nuestras sonrisas y buena onda". El local es pequeño pero la demanda es enorme. Es difícil hacerse con una mesa para tomar su café de especialidad acompañado de algo dulce o salado. Abren de martes a domingo. El consejo es obvio: salvo que estéis de paso, no lo dejéis para el último día, es decir, el domingo. Son pet friendly.
2. Un café precioso en la puerta de entrada al Rastro (junto al metro La Latina)
Sandra y Edgar hicieron realidad su proyecto más anhelado en Café del Art (Plaza de Cascorro, 9). Portugueses ellos, saben lo que es tomar un buen café; más aún si llevas una década trabajando el producto en el Mercado de San Miguel. El nuevo espacio simula una acogedora cápsula del tiempo. Grandes plantas, ladrillo visto, madera por todas partes, mobiliario vintage... Todo se coordina para templar nuestro ritmo acelerado. El café lo preparan de casi todas las maneras posibles –espresso, filtro batch, infusionado (kalita o sifón), iced latte…– y lo acompañan de una tarjeta con las notas de cata y las particularidades del origen elegido. Suman tés, pastéis de nata, tostadas, vino de Oporto, sangría casera… Cuesta marchar pero nada volver.
3. Vermut, ensaladilla y unos molletes de escándalo (para cerrar la visita al Rastro)
Es tal la fama que ha ido adquiriendo con los años, que las propietarias de La Taberna Errante decidieron abrir un espacio que honra las bondades de su magnífica ensaladilla rusa. "Era una idea que teníamos en mente hace años pero no terminábamos de lanzarnos. Sabemos que tenemos un buen producto, de calidad y que gusta, así que ¿por qué no?". El local está a medio camino entre la taberna y el take away. Puedes ir para tomarte un vermut con una marinera o llevarte unos espléndidos callos para calentarlos y mojar pan en casa. Elena, Jopi y Lola han vuelto a hacernos felices aunque solo sea por un día. Y decimos por un día porque, de momento, solo abren los domingos (de 11.00 a 17.00 horas) del Rastro, aunque, quizás, por petición popular, decidan ampliar el horario algún día. Apunta la dirección: Mira el Río Baja, 21. También podéis entregaros a sus molletes, los excepcionales boquerones en vinagre de la Sofi o unas gildas. El aperitivo más canónico y apetecible en su mejor expresión.