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Talladas en la roca, a cielo abierto y bañadas por el mar: descubrimos las piscinas naturales (y urbanas) más bonitas del Mediterráneo

Están en un archipiélago cargado de historia en medio del mar convertido en imprescindible para las vacaciones de verano

Noelia Santos
Escrito por
Noelia Santos
Editora, Time Out Madrid
Las increíbles piscinas naturales de Malta
Shutterstock
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Es uno de los cinco países más pequeños de Europa (¡su capital es la más pequeña de toda la Unión Europea!), pero en sus poco más de 300 kilómetros cuadrados esconde más de 7.000 años de historia. Muchos lo conocen por ser un destino imprescindible para aprender inglés, pero sería una pena reducir Malta solo a eso. Porque antes de ser colonia británica (se independizó de la Corona en los años 60 del siglo XX), fue la casa de fenicios, romanos, otomanos y hasta árabes. Quizá por eso a nadie le sorprende que Malta sea una fiesta, y no solo en términos históricos y culturales. 

Las increíbles vistas de Malta
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Sin embargo, de día Malta es un paraíso para el relax, la desconexión y el modo 'slow'. De hecho, a una de sus ciudades históricas, Mdina, se la conoce como la Ciudad del Silencio (basta poner un pie en las callejuelas del interior de la muralla para descubrir por qué). No sucede lo mismo con su capital, La Valeta: el reguero de turistas es incesante, pero el encanto de su casco histórico, declarado patrimonio de la humanidad, se mantiene intacto. Fachadas de aspecto decadente (recuerdan mucho a las de Lisboa), cabinas de teléfonos rojas (todavía herencia británica), puertas y contraventanas en azul cielo (que te llevan directos a Santorini), terracitas con alma de trattoria (tan de la Toscana italiana)... herencia de todos los pueblos que han pasado por allí, y cuya huella es imposible borrar.

Playas y piscinas naturales: el plan más relajante para hacer en Malta

Las increíbles piscinas naturales de Malta
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El plan más relajante para hacer en el corazón de Malta, con permiso de un buen chapuzón en las paradisíacas calas y playas de las islas de Gozo y Comino (la más pequeña del archipiélago maltés), es poner rumbo a Sliema que, aunque se trata del corazón turístico de Malta, esconde una playa muy singular. No es un arenal tradicional, sino más bien una gran extensión de superficie rocosa que parece flotar a los pies de la ciudad. Para darse un baño en condiciones, cuenta con las vecinas termas romanas de Font Ghadir (más al noreste de la playa de Sliema), unas termas romanas que dicen que fueron popularizadas en época victoriana, cuando el baño en público se consideraba algo inapropiado. Son unas piscinas naturales en la roca a las que se ha dado forma rectangular y con escalerilla (el acceso es muy fácil) colocadas a modo de espigón sobre el que rompen las olas (que nadie se asuste: el mar aquí es tranquilo y las temperaturas suaves, por lo que el baño a mar abierto está garantizado casi en cualquier época del año). Idílico (y muy familiar). 

¿Algo más chic? Entonces la alternativa es girar la esquina (casi en sentido literal) y poner rumbo a la piscina levantada a orillas de la bahía de La Valeta en el recién renovado hotel Barceló Fortina Malta, desde donde se tienen unas vistas increíbles de la ciudad y la cúpula de la concatedral. Esta es posiblemente la imagen más icónica de Malta, aunque nada comparable con la panorámica que se tiene desde sus plantas superiores, sin duda una de las mejores de la isla. Si subir a las alturas es un regalo para la vista, bajar a su spa es todo un capricho para relajar cuerpo y mente, el broche imprescindible en esta isla que parece existir para el culto a la historia, la naturaleza y el relax. 

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