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El Paseo de la Castellana ya cuenta con otro restaurante recrearse con la vista y el estómago. Se llama Fanático y es otra pica del Grupo Carbón en la conquista del territorio gastronómico de la capital. En este caso, el hilo conductor orbita en torno a un personaje anónimo, un entusiasta de la vida, que reúne sus recuerdos bajo un mismo techo donde el buen comer y el buen beber ocupan un lugar destacado.
Así, queda claro que a este personaje (y a sus impulsores) les gusta la cocina mediterránea, española y de respeto al producto sin caer en lo rutinario. ¿Por qué? Pues porque se pueden encontrar, en una carta con muchas raciones para compartir, platos que brillan con luz propia como la gamba roja de Palamós cocinada al vapor de agua de mar que se hace delante del cliente; un carpaccio de atún de Almadraba aliñado con yema de huevo de corral curada en salsa de soja y aceite arbequina o unas flores de calabacín fritas en tempura rellenas de tartar de gamba blanca.
Todo, en un decorado alucinante que parece sacado de un circo de los años 20 con un elefante en equilibrio sobre una esfera en medio del salón, telas, moquetas, columnas e incluso un espejo convexo encima de la barra. Un escenario que armoniza con la coctelería del mixólogo Carlos Moreno quien propone un paseo sápido por texturas y sabores de vanguardia en tragos como el Newton en Japón (whisky, manzana asada y té verde) o un Daiquiri de Lombardía (ron blanco, lima, pomelo, tomillo y mascarpone). La guinda del pastel la ponen los espectáculos de danza y música que animan el cotarro cada semana.
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