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Este lugar no es precisamente secreto, pero no quiere fama, tampoco turistas ni mirones. Aunque por su historia, y sobre todo por su aspecto, los tiene a patadas. Eso explica que sus residentes hayan colocado un cartel en la entrada que dice: 'fotos no'. Y no tanto por una cuestión de turismofobia, sino como una manera de preservar la identidad de un barrio hecho a sí mismo con arte urbano y grafitis y cubierto con materiales de derribo, símbolo de la contracultura y la revolución antisistema. Surgió en los años 90, en el mismo lugar en el que durante la guerra de los Balcanes se instaló el ejército de Liubliana, la capital de Eslovenia, hasta la ruptura de la antigua Yugoslavia. Hoy el aspecto de ciudad intervenida y apocalíptica que presenta Metelkova confirma que estamos en el barrio más alternativo de la ciudad, posiblemente del país y, si nadie dice lo contrario, de Europa.
Qué ver en el barrio más alternativo de Eslovenia
Los mismos edificios que antes estaban ocupados por el ejército, hoy son refugio de la comunidad de eslovenos más 'underground'. Algo así como el Candem Town de Londres o el Kreuzberg de Berlín, solo que menos 'cool' y mucho más marginal (perderse por aquí a altas horas de la madrugada no parece buen plan). Y eso que no se trata de un lugar remoto de las afueras de Liubliana. En realidad se encuentra al lado de los tres principales museos de la ciudad: Museo Nacional de Eslovenia, Museo de Arte Contemporáneo de Metelkova y Museo Etnográfico de Eslovenia. O lo que es lo mismo, a solo 20 minutos andando del centro histórico de Liubliana.
Es tan diferente, tan inesperado y tan singular que Metelkova es algo así como una ciudad dentro de la ciudad, en la que no hay tiendas de artesanía ni souvenirs, pero sí un par de bares y cafés, estudios de artistas locales y un hostal de diseño, levantado en la antigua prisión militar del ejército. Se trata de Hostel Celica, un alojamiento de lo más singular (cada celda, convertida en habitación, es diferente), dirigido a mochileros muy bien informados. Y eso nos da la pista que de, posiblemente, estamos ante el primer y por el momento único ejemplo de gentrificación en este microcosmos tan diferente al resto de la ciudad.
Para llegar a Metelkova, solo hay que localizar la plaza de los museos, atravesarla y caminar por la calle principal (la única que hay). Se puede observar con curiosidad (imposible disimular que se está de viaje y que somos turistas) pero nada de hacer fotos a las caras de quienes paran por aquí. Así lo pide la comunidad local de este lugar que no quiere ser un 'place to be' más (al menos, mientras pueda evitarlo).