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Ahora que existe suena incluso evidente, pero han tenido que pasar muchos meses de crisis sanitaria hasta que una empresa haya encontrado la manera de detectar la fiebre (una sensación que es totalmente invisible) de manera visual. ¿Cómo? Creando la primera mascarilla que cambia de color cuando el usuario alcanza los 37,5 grados de temperatura. Y es española.
Se trata de la compañía de estampación textil Colorprint Fashion, con sede en Muro de Alcoy (Alicante), que ha desarrollado y patentado un tejido capaz de activarse con el aumento de la temperatura corporal, pasando de su color verde inicial a blanco, de ahí su oportuna (y homologada) utilización en mascarillas quirúrgicas. El Instituto Tecnológico del Textil (AITEX) ha sido el encargado de certificar su durabilidad y su efectividad frente a la prevención de la Covid-19, con una capacidad de filtración bacteriana del 98%.
Si todos pudiéramos llevar este tipo de mascarillas, sería más fácil la detección precoz y el distanciamiento en entornos como oficinas, medios de transporte o espacios cerrados en general.