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El aperitivo es religión cada fin de semana. Quizás cada vez más. Vamos, a esas horas previas a la comida (familiar o no) hay más parroquianos en los bares que en una iglesia. Y en los últimos años han aparecido varios sellos para dar nuevos bríos al plan de tapas y vermut. Y ahí están las responsables de La Gildería. Cristina y Yajaira se hicieron con un local en una calle poco transitada de La Latina y la convirtieron pronto en una barra tan exitosa que muchos clientes hacían cola fuera hasta que hubiera un hueco donde acodarse dentro.
Tal fue su fama que, siguiendo otra de sus inclinaciones (materializada en las sesiones de Gilda Club), presentaron hace unos meses un nuevo proyecto con un pie en el vinagre y otro en la música (house y disco, principalmente). Cambiaron de barrio. Se fueron a Justicia (en la confluencia entre Malasaña-Chueca-Salesas) y lo llamaron Gilda Haus. El escondite, más nocturno que diurno, está a medio camino entre el club y el tardeo chic.
Así llegamos a junio, al inicio del verano... Y las reinas del vinagre a lo suyo. Estrenan bar, carta y gilda (la de arenque encurtido agridulce) pero siguen sin abrirse a las reservas. Aquí la cosa va por orden de entrada. Así que tomad nota de los horarios de esta La Gildería 2.0 que llega para conquistar el barrio gastro de moda últimamente, el de Olavide. Las tenéis en Trafalgar, 15, a un paso de las copas y el billar del Trafalgar, las originales pastas de Manifesto 13 y los kebabs al carbón de Mómö.
La propuesta con la que se presentan en Chamberí es más amplia de lo habitual. Hay gildas y laterío a espuertas pero también varios entrepanes (molletes de pulpo, de txistorra o vegano) y platillos perfectos para la temporada estival como su gazpacho de aceituna gordal con jalapeños y boquerones o la sopa de melón con anchoas y cebollitas encurtidas. Ya tenéis nuevo templo al que ir de peregrinación. No faltan ni la santísima trinidad de ensaladilla, torreznos y croquetas.