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Al tiempo que se cierra Robuchon, uno de los sellos más aclamados de la cocina mundial, en el Paseo de la Castellana, abre en Madrid otra leyenda histórica (y viva) de la gastronomía. Gastón Acurio, un ídolo culinario en Perú, ya tuvo su etapa madrileña como Picasso tuvo su etapa rosa pero este mes vuelve a la capital porque la efervescencia de proyectos que vienen del otro lado del Atlántico es mayor que nunca. El momento es ahora. Y tras afianzar este concepto de restaurante peruano en varias ciudades de Estados Unidos y ciudades como Dubái o Doha levanta la persiana este 27 de marzo. Las reservas ya están abiertas para quienes no quieran que se lo cuenten sino contarlo.

Y aterriza con intención de llegar a muchos comensales porque son varios los ambientes y su ticket medio. Aunque Acurio sea un chef de fama mundial no viene a instalar un restaurante de alta gastronomía sino a rendir homenaje a todas las cebicherías de su país. Así que los precios serán amables porque el proyecto, liderado desde la cocina por Rodrigo Ferrer (más de 13 años en el sector), también lo es. Aunque, obviamente, no se presenta exento de sofisticación y modernidad.

De darle una línea acorde al trato que se le presta a los platos, de traernos el recuerdo del mar (en color turquesa) hasta Madrid se ha encargado el estudio Hurlé & Martín. Ellos están detrás de las formas (contraventanas coloniales de bambú, un mural artesanal de piedras y techos de cuerdas retroiluminadas) que visten todos sus espacios: una barra, una zona de bienvenida para comer sin reserva, una amplia sala para estirar la sobremesa e incluso un reservado (porque el barrio lo demanda).

Junto al estadio Santiago Bernabéu, la última gran plaza gastronómica bajo techo hasta que abran Nuga Castellana, está a punto de inaugurarse La Mar Madrid (Av. del General Perón, 36) con todo un vívido despliegue culinario que reúne ceviches espléndidos, chispazos de cocina nikkei y bastante brasa (desde navajas, volandeiras y berberechos con chimichurri limeño hasta chipirones, pulpo y gamba roja con chimichurri anticuchero pasando por piezas más grandes como lubina o un rodaballo pintados con una meunier versión Lima).
