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Las barras para comerse un buen bocadillo se multiplican por toda la ciudad. Puede ser la manera de abrir boca en un restaurante de mercado o el plato estrella de un wine bar. Hay fríos, calientes y con los panes más diversos. Originales, viajeros, clásicos reinterpretados... En el top de popularidad nunca desbancarán a nuestro legendario bocata de calamares pero están llegando muchas opciones para disfrutar tomando un cóctel o para montarte una comida ligera con garantías y seguir con la tarde.
En ese creciente listado de locales que honran el entrepan acaba de sumarse el último proyecto de Rafa Zafra, que ya convirtió uno de los suyos, el tartar de salmón ahumado, queso crema y caviar, en uno de los bocados ilustres en las mesas y comandas del imprescindible Estimar. Y seguramente hará lo mismo en la barra que acaba de abrir dentro de Rural, en el espacio que da la bienvenida al restaurante.
El inquieto chef andaluz (lleva unos años abriendo/entregando refinados comedores con sus socios habituales) inaugura estos días una elegante barra dentro del recientemente reformado NH Collection Madrid Eurobuilding, ese hotel en Chamartín, a un paso del Santiago Bernabéu, que pronto dejará DiverXO (por cierto, Dabiz acaba de cambiar la carta de su delivery). Su nombre va de frente. Bikini Bar (Padre Damián, 23) abre a diario desde las 08:00 (a las 11.00 sa. y do.) y hasta las 01:00 (estiran de jueves a sábado hasta las 02:00) y su oferta también se puede disfrutar en su amplia terraza, acondicionada y disponible todo el año.
Cuando comer con las manos se convierte en una experiencia hedonista, lujosa. Llámalo entrepanes, bikinis, sándwiches, bocadillos... Así es este espacio, de cocina ininterrumpida, que acompaña la parte sólida con una atractiva carta de coctelería clásica y de autor (con opciones sin alcohol). Distintas masas (de pan brioche a pan de cristal) para rellenos de alto voltaje gastronómico como es habitual en todo lo que hace Rafa Zafra. Le quita pompa al momento de sentarse a la mesa pero ni un gramo de categoría culinaria. Hay una coca con berenjena asada, hummus y tomate seco, un serranito en mollete (solomillo de ternera, jamón serrano, pimiento verde) o un sándwich club. No falta el bikini clásico, herencia catalana, pero tampoco un bocata de calamares, guiño a la ciudad que tan bien le ha acogido. Ni las tendencias... un lobster roll, el bocado más caro de la propuesta.
Aclimatan la pista de despegue (o aterrizaje) con unas croquetas, unas anchoas o unas bravas y lo cierran con un trío de postres (dos de ellos en pan). Por el camino, para regar la visita muchos tragos propios (separados entre cítrico, picante, fuerte, dulce y sin alcohol -con más opciones de lo habitual-) y todos los clásicos que te esperas. Así es fácil estirar el tardeo. Y eso harán vecinos de la zona y huéspedes de este cuatro estrellas de ubicación privilegiada.