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Que la cerámica artesana está de moda es un hecho. Que cada día surgen nuevas tiendas especializadas (¿alguien ha dicho vajillas bonitas al peso?) también. Pero no es eso lo que hace Sete, un enamorado de la cerámica que en solo un año se ha hecho fuerte en Madrid con Morueco Cerámicas, pura fantasía de formas, estilos, colores y tamaños.
Desde que arrancó en enero de 2022 en su primer local del Rastro (Carlos Arniches, 1), su gran apuesta es la cerámica en general, para todos los gustos, traída de cualquier parte (Italia, Marruecos, España y también Portugal, pero no solo, como pasa con otras tiendas) y hasta de diseño propio. De hecho, son sus propias creaciones (encargos hechos por artesanos en talleres alfareros de España y Portugal) las que ya ocupan la mayor parte de la colección en sus dos tiendas, porque además de la del Rastro, ya cuenta con otra más en el barrio de Las Letras (Moratín, 42), la más reciente y que ya ha enamorado a turistas, vecinos y rostros conocidos como Alaska y Mario Vaquerizo.
Puro eclecticismo. Tanto, que como el mismo Sete afirma, "es muy difícil que vengas buscando una cosa y no encuentres algo que te guste". Eso es lo que más nos ha gustado de su estilo, nada encasillado en un único tipo de cerámica. Aquí las clásicas jarras de inspiración talaverana comparten espacio con las excéntricas testas sicilianas, las piezas naturalistas de Bordallo Pinheiro con los diseños más actuales de Casa Cubista, gallos típicamente portugueses con piezas de artesanía contemporánea "de las que solo hay una". Esa es otra de las claves de su éxito: "lo que ves, es lo que hay, así que si te gusta, llevátelo" porque puede que no vuelva a tener stock.
Su propia colección no sigue un estilo determinado o líneas concretas, sino que más bien se trata de una actualización de clásicos "metiéndoles mucho color". Como sus aceiteras con estampados geométricos o sus jarras de rayas. "Líneas muy mediterráneas inspiradas en los dibujos del sur de España, norte de África, Egipto, Túnez...". Y no siempre siguiendo los mismos patrones ni colores, sino que "la colección va mutando en función de la estación.
Todo eso, y más, cabe en sus dos plantas, porque además de lo que se ve a través del escaparate de Las Letras (lo reconoceréis por el bodegón de naturalezas muertas y esmaltadas que preside el gran ventanal, cuenta con una planta sótano que sigue la misma filosofía de las tiendas taller que le enamoraron en su viaje a Sicilia en el verano de 2020 y de donde se vino con la idea de montar la suya propia en Madrid. Y ya van dos.