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Un diálogo permanente entre Norte y Sur, el aspecto desértico y la luminosidad de los paisajes, los fiordos, los astros, las montañas, los barcos, los acantilados y las piedras son algunos de los motivos recurrentes en la obra de Anna-Eva Bergman. Hasta el próximo 4 de abril, el Palacio de Velázquez del Parque del Retiro reúne una selección de 70 obras, algunas de ellas rara vez expuestas en público, realizadas entre 1962 y 1971.
Adentrar al espectador en la experiencia del infinito que proporciona la naturaleza. Esa es la intención del trabajo de Bergman, una obra que guarda relación con la abstracción norteamericana de autores como Mark Rothko o Barnett Newman. Su práctica artística se articula a partir del "ritmo", elemento que la artista sueca considera esencial como parte estructural de la pintura, un ritmo fruto de combinar determinadas formas, líneas y colores.
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